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elCaribe está alineado junto a la Sociedad Dominicana de Diarios (SDD) en el rechazo al proyecto de ley orgánica que regula la protección al derecho a la intimidad, el honor, el buen nombre y la propia imagen.
Se supone que una ley es un mandato de la razón destinado al bien común, nunca una norma que resguarde privilegios o garantice impunidad.
Ante este atentado a la libre expresión que tienen las personas, visto el apoyo que tuvo de todas las bancadas políticas en el Senado, acierta el jurista Cristóbal Rodríguez al pedir que se enciendan las alarmas porque podría tratarse de una manifestación de los niveles de intolerancia instalados en las instituciones del Estado dominicano.
Sorprende que la clase política se ponga de acuerdo para atentar contra el régimen de garantías imperante y contra la libre expresión, un derecho que la Constitución extiende a todos los habitantes.
Voces expertas adelantan que ese proyecto de ley está viciado de inconstitucionalidad, por lo que no resistiría el escrutinio de nuestra alta corte.
Pero además, si ya nuestra Carta Magna y varias legislaciones garantizan la protección al buen nombre y al honor de las personas, no se entiende el motivo que pudiera haber impulsado a los proponentes.
Provechoso sería, entonces, que los congresistas se dediquen a honrar y a desempeñar con honor sus funciones.
Que sean realmente productivos, para no dar lugar a la creencia enraizada en la población de que siempre dan de qué hablar, y que del Congreso sale más ruido que leyes de interés nacional.
Es mucho lo que tienen por hacer. Precisamente esta semana el consultor jurídico del Poder Ejecutivo se quejaba de la dilación para la aprobación de leyes importantes y enumeró una larga lista de iniciativas remitidas por el Gobierno.
En todo caso, es prematuro cualquier temor por la intimidad, buen nombre y la propia imagen, debido a que es la conducta de las personas la que habla por ellas, y porque la buena fama, que se debe llevar hasta la sepultura, se gana con hechos y con realizaciones.
