La contaminación de los ríos y el deterioro de su entorno es un problema que se torna más grave en aquellos que atraviesan importantes concentraciones poblacionales.

Cada cierto tiempo, en los diferentes gobiernos, se anuncian acciones y programas. A veces se perciben avances o progresos, pero falta la continuidad de esas acciones que suelen lanzarse con mucho ruido mediático, pero luego se abandonan. No hay continuidad.

En el Gran Santo Domingo se hizo un esfuerzo por mejorar la zona más agredida del río Isabela, con la retirada de algunos barcos y desguazaderos en sus riberas. Superar los vertidos de cañadas altamente contaminadas en el delta del Ozama parece misión imposible.

Ahora se habla de recuperar áreas del río Yaque del Norte. El plan es “intervenir varios tramos”, con el propósito de crear un corredor ecológico para “recuperar su caudal y eliminar la contaminación” mediante la limpieza de sus riberas. Han puesto el foco en Rafey, La Otra Banda y en Nueva York Chiquito. También habrá “intervención” en los balnearios de la parte alta.

Además de las acciones para mejorar esos entornos, habría que considerar las cañadas de la zona urbana que desaguan en el Yaque, y que son recaudadoras de todo tipo de desperdicios.

Todo intento en esa dirección siempre será bien recibido. Pero probablemente pasará a la historia como uno más. Habría que considerar cómo trabajar con las comunidades invasoras del importante afluente. Si no serán desalojadas, porque ya parece imposible, cómo trabajar con ellas, cómo hacerlas partícipes de la solución.

Porque se pueden realizar mil operativos de “saneamiento”, de recolección de basura, de limpieza del cauce, pero la gente continuará lanzando todo al río.

Tienen que entender que esas personas a las cuales se les permitió alojarse en esas frágiles áreas continuarán haciendo lo mismo. Hay que insistir en la educación, que la gente comprenda el daño que causa, y preventivamente ¿habrá tiempo?, con mano de hierro, tratar de salvar las zonas que todavía están libres de salvaje ocupación.

Lo otro es pasar la cinta de nuevo… lo de siempre.

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