Los obispos, en la Carta Pastoral por el Día de la Virgen de la Altagracia, invocan a San José, el custodio y redentor de los creyentes, para contrarrestar una pandemia que no es la del coronavirus, sino de la mentira, la violencia, el afán del dinero y el hedonismo.
Los líderes católicos llaman a la reflexión sobre el afán de acumular riquezas que caracteriza a un sector de nuestra población, y a la búsqueda exagerada del placer que arrastra a las personas a los falsos paraísos del alcohol, las drogas y el sexo.
Expresan que se necesitan personas de corazón pacífico como el que tuvo San José, para proteger a las familias de las diversas manifestaciones de la pandemia de la violencia.
Mencionan entre otros males pandémicos el maltrato a la niñez, burlas y el acoso entre alumnos (bullying), vandalismos, peleas callejeras, trata de personas, terrorismo y el armamentismo.
Encomendados a la virgen, los más creyentes caminan hoy hacia Higüey para venerarla como ya es una tradición.
A esas personas las exhortamos a ser precavidas, cuidadosas, y que obedezcan las orientaciones de los organismos de socorro, los que han montado un operativo.
En efecto, como siempre lo hace para la ocasión, el Comité de Operaciones de Emergencias (COE) desplegará, en unos 200 puestos de socorro, a más de cinco mil personas para prevención y seguridad vial.
Buena reflexión la de los obispos, que se autoevalúan desde el concepto de que la Iglesia está ante una era que requiere de ellos de otra evangelización que tiene que ser, según estiman, “nueva en su ardor, en sus métodos y en su expresión”.
El pueblo dominicano vive momentos en los que precisa del amparo de su madre espiritual para que ilumine el camino a seguir por nuestras autoridades nacionales, ante lo grave del trance para enderezar el país debido a la Covid-19 y su impacto en la economía.
Y que ilumine también al pueblo, para que permanezca tranquilo, confiado, y mantenga la fe en su protectora, la de la gracia más alta, porque no lo desamparará.
