Hoy, 14 de junio, es un día señero para el pueblo dominicano porque en 1959 un puñado de valientes llegó al país para sembrar la semilla que condujo a la decapitación de la tiranía trujillista.

No es una fecha cualquiera en el calendario para los que aman la libertad y luchan por la democracia.
Es el día en que expedicionarios del Movimiento de Liberación Dominicana, integrado por una pléyade de patriotas comandados por Enrique Jiménez Moya, desembarcaron por Constanza, Maimón y Estero Hondo, empuñando además del fusil un programa revolucionario para esa época.

El objetivo era derrocar a la tiranía trujillista e instaurar un régimen de libertades, reforma agraria, seguridad social y, según Emilio Cordero Michel en su ensayo Curso contra el olvido. Hacia la recuperación de la memoria histórica nacional, “desarrollar una política económica de empleo total, fortalecer la independencia nacional y aplicar una política internacional independiente”.

En el terreno militar el movimiento fracasó y la mayoría de sus propulsores fueron masacrados, pero su ejemplo fue cimiento libertario y menos de dos años después el tirano, aunque no así la tiranía, había desaparecido.

Todavía es la fecha en que no disfrutamos de la democracia plena por la que ofrendaron sus vidas los expedicionarios de junio de 1959 porque aún se conculcan derechos humanos fundamentales y estamos en una sociedad de injusticias y privilegios.

Pero vivimos en lo fundamental en un Estado de Derecho, abonado en parte por su sangre y por la de un pueblo que siempre ha estado presto a honrar el “ser libre o morir” que consagra nuestro himno nacional.

Recordemos a Enrique Jiménez Moya y a los que con él llegaron, como dice su himno, llenos de patriotismo y enamorados de un puro ideal.

Es una epopeya casi olvidada, que se desdibuja por la acción de malos dominicanos que no descansan en su afán de que el pueblo pierda su memoria histórica y se quede sin referentes.

¡Loor a los héroes y mártires de junio de 1959! Gloria a los que hace 63 años con “su sangre noble encendieron la llama augusta de la libertad”.

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