No debemos dejar que cunda el pánico, pero es inevitable que haya preocupaciones por la tendencia creciente de la COVID-19 en el país. Algunos entes autorizados han reconocido que estamos ante un “rebrote”.

Rebrote o como se llame, la realidad es que tenemos más casos, y según el boletín 285 de la Dirección de General de Epidemiología (Digepi), los valores de la positividad continúan en ascenso; con una tasa diaria de 37.21 por ciento. La tasa de mortalidad está en 1.43%. Mientras, persisten los factores humanos, las tendencias a incumplir las normas de bioseguridad.
Ante esa realidad surge una inquietud: la vacuna.

Afortunadamente, ya hay un remedio, pero los dominicanos no sabemos cuándo lo tendremos. Aunque algunos dirán que es el problema de muchos países.

Lo que nos dicen las autoridades no resulta alentador. El Gabinete de Salud pondera “los avances de la ciencia, los cuales han permitido el desarrollo de prometedoras vacunas”, y conformes comentan que “han suscrito algunos de los mecanismos de cooperación internacional que permitirán recibir los primeros lotes lo antes posible”; trabajan en el plan de vacunación para cuando lleguen las dosis.

Nadie puede impedir que digamos: eso no es suficiente. Tampoco podemos asegurar que la cuestión es que pusimos los huevos en la canasta de Astrazeneca, cuya vacuna todavía no ha logrado la aprobación de las autoridades del Reino Unido, aunque se hacen prometedores anuncios de que podría ocurrir incluso durante esta semana.

El Colegio Médico Dominicano (CMD) había advertido que no debía comprometerse todo con una sola farmacéutica y más recientemente un experto ha planteado que el gobierno debe estar abierto para otra opción. Al menos dos países latinoamericanos ya vacunan a los ciudadanos de primera fila, como los médicos, y Estados Unidos y la Unión Europea avanzan con el preparado de Pfizer.

Sabemos que en esta circunstancia los países más ricos y con más capacidad de maniobra actuarán convenientemente para continuar acaparando las dosis que salen de los laboratorios autorizados, y que aspirar en esta República a la primera línea de suministro sería demasiado, pero debe hacerse algo para que las vacunas no lleguen muy tarde, porque la COVID-19 arrecia.

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