Fue un decreto en 1975 de Joaquín Balaguer el que instituyó en nuestro país el 26 de abril como Día de las Secretarias, pero respecto al origen se menciona a Christopher Sholes, que inventó la máquina de escribir en 1873, y a su hija, de quien se dice que fue la primera dactilógrafa. Otros atribuyen el nacimiento de ese día a cuando en 1942 en Estados Unidos se les reconocieron sus derechos y se creó la Asociación Nacional de las Secretarias.
Hace bastante tiempo ya que, en este país, esta fecha era motivo de festejos y felicitaciones, celebraciones por todo lo alto y reconocimientos para estas mujeres cuya tarea apenas se nota, pero que sin embargo tienen un papel fundamental en la estructura de las empresas, porque su tarea es asistir, anticipar la labor cotidiana de sus jefes, brindar datos y estadísticas, establecer recordatorios, inclusive hacer compras que los superiores, por el fárrago de trabajo que enfrentan cada día, no pueden realizar.
Sin embargo, en los últimos años este día pasa sin pena ni gloria como una fecha más, y son pocas las empresas que brindan a sus secretarias un agasajo o un presente, un brindis en reconocimiento a su delicada labor.
Y aunque el advenimiento de la tecnología posiblemente les fue quitando tareas, porque permite almacenar fechas, recordatorios y aniversarios en las computadoras, es casi imposible que un ejecutivo, un director, un jefe de cualquier empresa, pueda gestionar de manera eficiente sus labores sin el concurso de una asistente.
Antes la “carrera” de secretaria ejecutiva se estudiaba en escuelas privadas, porque no figuraba en los programas oficiales de la mayoría de los países, incluía nociones de idiomas extranjeros (inglés o francés), dactilografía y taquigrafía, y algunas otras materias que ayudaban a formar a las muchachas que “escuchan, escriben y callan”, porque la discreción tenía que ser una de las características, a veces la más importante, de sus tareas.
Las estructuras de las empresas han cambiado bastante, pero, así como la tecnología no ha podido eliminar a los periódicos impresos ni a los libros en papel, una predicción que lleva unas cuantas décadas, tampoco ha podido “desaparecer” la tarea de estas mujeres, tan necesarias como cualquier operador de cualquier oficina.
De ahí que, en esta fecha, hacemos un reconocimiento a las secretarias que, pese a la inteligencia artificial y a los múltiples programas informáticos y formatos electrónicos, todavía son trabajadoras insustituibles.