La paternidad es un compromiso vital que contrae todo hombre cuando engendra un hijo, aunque haya muchos que –lamentablemente- no lo tomen con la debida seriedad, pero en un mundo en el que la familia es la primera sociedad que conocemos desde niños, la importancia del padre es irremplazable.

En nuestro país el Día del Padre se celebra el último domingo de julio, y aunque suele ser una fecha movida más por el comercio, con sus ofertas y especiales que invitan a regalar ropas, televisores, viajes y licores, todo el mundo celebra, incluso los que ya tienen a los padres fallecidos.

Las personas que ya peinan canas tal vez recuerden a sus progenitores como figuras de autoridad cuyo universo giraba alrededor de su trabajo, en largas y fatigosas jornadas con las que conseguían el sustento del hogar y regresaban tan fatigados que poco o ningún tiempo tenían para compartir con los hijos sus juegos o sus inquietudes.

Pero los tiempos cambian, y cada vez es más frecuente en nuestros días ver a padres que cargan a sus hijos, que los acompañan a la escuela y a veces, hasta sin la compañía materna, los llevan a la consulta médica.

También asisten a las reuniones de la escuela y se interesan no solo por proveer a los niños los útiles escolares, sino que los ayudan con las tareas y hablan con los maestros para interiorizarse del progreso o de los problemas de aprendizaje.

“Un padre que da consejos/ más que padre es un amigo” escribía el poeta argentino José Hernández en su inmortal poema gauchesco Martín Fierro, y posiblemente sea esa la función primordial de todo padre, la de guiar, apuntalar con firmeza el crecimiento de los hijos cuando aparecen algunas desviaciones, o celebrar con ellos cuando hacen lo correcto y reciben su merecida recompensa.

Ojalá estos tiempos de cambio que se viven sean un fomento cada vez mayor de una paternidad responsable, con papás que corrijan sin castigar, que ayuden a crecer la autoestima de sus hijos, que enseñen sin descalificar, que apoyen cuando sea necesario y digan que no cuando corresponde.

Invitamos a celebrar el Día del Padre con la sobriedad que debe caracterizar a todo festejo familiar, con el afecto genuino como el mejor regalo y con la promesa permanente de ser cada vez mejores hijos.

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