Se ha desatado un debate sobre la procedencia de contar manualmente los votos emitidos a nivel presidencial en las primarias del 6 de octubre.
Ocurre después que varias organizaciones políticas y el aspirante a la candidatura presidencial por el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) Leonel Fernández propusieron que los votos para la elección de la candidatura presidencial fuesen, además del conteo automático, contados de manera manual.

Antes de que se produjera el pedido del representante de Fernández ante la Junta Central Electoral (JCE) de que se hiciera ese conteo manual, el presidente de esa institución había sostenido que tal procedimiento constituiría un retroceso.

Como estamos en medio de una competencia, la petición ha encontrado un rápido rechazo de diferentes actores, al interior del mismo PLD y de miembros de su propia comisión electoral, lo mismo que del principal contendor de Fernández.

Un miembro del Consejo de Directores de Participación Ciudadana igual se pronunció contra la petición, en el entendido de que “eso no aporta nada al proceso”.

Podría ocurrir que el rechazo adquiera la característica de un recurso político en medio de la campaña, como mecanismo de apuntalamiento de una posición de aparente debilidad.

Pero la solicitud no tiene que rechazarse de plano.

La JCE prevé que el voto automatizado esté acompañado de un comprobante físico que va a la urna, la prueba de que se ha ejercicio el derecho y contiene la decisión del votante. Nada dificulta que a un nivel de la elección se verifiquen los votos de las urnas, el voto físico, que es la única manera de contrastar el voto “automatizado”. Además, ¿qué tiempo puede llevar contar las papeletas a nivel presidencial en cada mesa? ¿Qué dificultad entraña?

Una verificación de los votos físicos lo único que hace es robustecer la credibilidad del nuevo sistema. Es también una garantía ante cualquier falla técnica, de la cual nada está a salvo. La experiencia más reciente demostró la necesidad de esa comprobación.

Las votaciones se iniciarán a las 8:00 a.m. y cerrarán a las 4:00 p.m. Quedaría tiempo suficiente para efectuar cualquier verificación.

¿Por qué negar la posibilidad de contrastar los resultados cuando hablamos de un procedimiento nuevo que no ha pasado una prueba de envergadura?

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