Estamos en los tradicionales días de finales de diciembre en que celebramos la Natividad de Jesús.

La época siempre resulta propicia para reflexionar, pero es
inevitable que aprovechemos para compartir en familia, vecinos, amigos y compañeros de trabajo, de profesión.

Son días de fiestas y como tales alegres y así debemos tomarlos.
Pero debemos hacerlo como personas sensatas, equilibradas. Eso sugiere que seamos prudentes y en consecuencia, debemos evitar los excesos.

Esas recomendaciones concuerdan con el mensaje del presidente Danilo Medina, quien desea los mejores parabienes al pueblo dominicano.

Todos coincidimos con ese llamado.

También tenemos que reconocer que en estos días algunas personas no guardan las formas cuando se dedican al disfrute, o simplemente a compartir.

Nos entristecemos muchísimo cuando algunas fiestas terminan como nadie desea. Hay que ser prevenidos.

Nos permitimos exhortar a las personas más jóvenes que adopten una actitud serena. Que el disfrute no devenga en situaciones feas, violentas. Eso es malo, y lo sabemos.

Es decir, no debemos repetir los errores del pasado.

En ese ánimo no debe olvidarse la esencia de estos días, que son propios de la cultura y vida cristiana. Celebremos, pero hagámoslo con moderación.

La prudencia es clave para todo eso.

Recordemos también que es un magnífico período para la solidaridad, para tender la mano, para compartir con los que tienen menos posibilidades. Siempre será preferible al derroche, que a fin de cuentas lo daña todo, la salud y la vida misma.
Si procedemos de esa forma, pasaremos estos días en paz, bien, esencialmente en familia.

Feliz Navidad.

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