El panorama dominicano en materia de salud está lejos de despejarse. Las estadísticas con altas y bajas de la circulación e impacto del COVID-19 no están solas aunque son las que dominan las informaciones epidemiológicas.
Por tratarse de una enfermedad desconocida para el mundo hasta noviembre del año pasado y marzo último para República Dominicana, la incursión del coronavirus centró el foco de atención colectiva.

Sin embargo, otras epidemias han seguido residiendo en el territorio dominicano, con sus preocupantes particularidades y ciclos. Y llama la atención la tendencia creciente que reflejan dos de ellas, la malaria y el dengue.

El más reciente boletín epidemiológico de la Dirección General de Epidemiología del Ministerio de Salud Pública revela un aumento, en los primeros cinco meses del año, de 374 casos de malaria, y un balance de 560 nuevos casos. En igual periodo del 2019 se notificaron 186 casos registrados.

La misma fuente estadística da cuenta que en el caso del dengue y con cifras al 11 de mayo pasado, había un registro de 1,001 casos más que el universo de casos de igual período del 2019. Los casos del 2020 alcanzaron la cifra de 3,165, frente a 2,164 del 2019.

Si se ven los casos de dengue y malaria desde su crecimiento porcentual, el comportamiento preocupa. En la primera enfermedad el aumento fue de un 46.25%, mientras que en la segunda se disparó a un 201%. Quizás no sea una evolución para alarmarse, pero sí para preocuparse. No obstante la evolución del dengue y la malaria ha quedado necesariamente relegada o desplazada en importancia por la presencia del COVID-19, que para el boletín número 80 registraba 19,600 casos, con 538 fallecimientos. Como se trata de una enfermedad nueva para el país y para el mundo, sus estadísticas no pueden ser comparadas.
Lo que sí está claro es que coronavirus, dengue y malaria están conformando en el país un triángulo epidemiológico preocupante, aunque no se pueda establecer cuáles son catetos y cuál la hipotenusa.

Lo que sí es recomendable es que sin distraer la atención del combate al COVID-19, no se pierda de vista la prevención y seguimiento sanitario del dengue y la malaria, pues su expansión es alta aunque silente circunstancialmente.

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