“Debajo hay una polarización del país que ha sucedido en los últimos 40 años, por muchas y profundas causas: los cambios demográficos, la desigualdad económica, la división entre ganadores y perdedores. Estamos tan separados que ni siquiera podemos discutir unos con otros. No nos fiamos los unos con los otros. Es como si perteneciéramos a dos países diferentes. Y eso da miedo porque tenemos que convivir”.

Esas son palabras del destacado intelectual estadounidense George Packer en una entrevista del periódico El País del 21 de octubre, en la que dice además: “No creo que nos dirijamos a una guerra civil, pero el hecho de que tanta gente hable de ello, no solo historiadores y politólogos, sino gente corriente, indica que hemos llegado a un punto de inflexión. No somos lo suficiente fuertes para sobrevivir a una elección fallida, en la que nadie gane o la mitad del país crea que los resultados son ilegítimos.”

Esas son expresiones de un profundo conocedor de la realidad de los Estados Unidos resultado de investigaciones muy serias recogidas en sus libros, y además ciudadano de ese país.
Manifiestan fehacientemente el carácter de estas elecciones.

La crisis que ha provocado la pandemia y que en los Estados Unidos ha cobrado el mayor número de vidas y una de las tasas más altas de fallecimientos por cada 100 mil habitantes, es un escenario que hace más dramático el presente momento político.

Un hecho que podría ser circunstancial y que se agrega para hacer más difícil las actuales elecciones es el estrecho margen entre los candidatos a la Presidencia. Entre Trump y Biden las encuestas indican que en cuanto a votos nacionales la diferencia es de 8% de Biden por encima de Trump; para hacer menos relevante esa diferencia y más complicada la situación, sólo recordar que Hilary Clinton en las elecciones del 2016 superó a Trump por más de 2 millones votos nacionales y perdió, debido al sistema de votos por colegio electoral.

Lo que más le conviene al mundo, a los Estados Unidos y de manera muy especial a la República Dominicana de la que más de 2 millones de sus ciudadanas y ciudadanas son también estadounidenses y otros al menos dos millones de los de aquí, reciben contribución económica de los de allá; lo que más conviene es que las elecciones que se desarrollan en los Estados Unidos, tengan un desenlace que fortalezca a sus instituciones democráticas, lo que ya en sí mismo sería una contribución al desarrollo humano, por los distintos factores que confluyen.
¡Hoy no es cualquier día!

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