Cuando exploramos sobre los desenlaces del populismo como lineamiento del accionar político en la República Dominicana, los caminos lucen estrechos y en la mente del ciudadano, se hospeda un oleaje revoltoso que le llena de incertidumbres y cuestionamientos. Esto lo decimos por las funestas consecuencias que este modelo de ejecutoria estatal ha dejado en la sociedad, al punto que dicha forma de gobierno se ha entronizado como una ilusión en la piel de algunos actores del sistema, un experimento que socava las más decentes formas del pensamiento sensato.  

Resulta difícil delimitar el dogma y las acciones del “populismo” para situarlo en un perfil conceptual como una corriente paradigmática contentiva de teoría, visión y misión en el ámbito de la política como la ciencia que es, pues esta forma de gobernar en vez de ofrecer soluciones a los pueblos, se ha erigido en una palanca de manipulación. Lo anterior es la causa por la cual el populismo ha sido relacionado con diversas corrientes de pensamiento, donde interactúan visiones encontradas.Por ejemplo, Estados Unidos(EEUU)vivió el gobierno populista de Donald Trump  de tendencia puramente derechista. En tanto,  en Venezuela levantó sus manos Hugo Chávez Frías, el más populista de América, cuya semilla ideológica pareciera haber germinado de un izquierdismo confuso, por el revoltijo  “ideológico” que formalizó con el comunismo chino de Mao Tse-Tung y con el socialismo ruso de Vladimir Lenin.

En ambos casos, en el populismo, sea de derecha como de izquierda, aplica el fanatismo de  dividir la sociedad en dos grupos, es decir,  entre «ellos» y «nosotros”, donde aflora la estampa de un líder único y “carismático” como también ocurre la falta de planificación en la estructuración de los planes sociales, pues el líder es el único que sabe cómo hacerlo.Incluso aparecen grupos de actuaciones “revolucionarias” de acciones  políticas censurables, razón cardinal por la que el populismo ha resultado poco creíble y dañino para las sociedades que les han abierto las calles, las urnas y el corazón.

Es precisamente esa, la causa que lleva a la columnista Argelia Yangüela a expresarse de la forma siguiente sobre los gobiernos que se acogen a esa línea de pensamiento: Concretamente, se dedicarán a ocupar el estado y llevar(…) clientelismo y corrupción masiva, y a la supresión de todo lo que sea una sociedad civil crítica (…) prácticas que encuentran justificación moral explícita en la imaginación política del populismo y por eso son defendidas abiertamente. Los populistas pueden, además, escribir constituciones; (…) “exclusivistas” diseñadas para mantenerlos (…) en el poder en nombre de perpetuarse (…)pero de una u otra forma tienden a crear conflictos constitucionales serios.

La vertiente del populismo dominicano ha intentado caracterizarse y tomar vida a través del antifaz del concepto de la democracia y la constitucionalidad. Como dijo el autor de esta obra en agosto de 2012, según relata Fausto Rosario Adames, prologuista del libro: La pretendida democracia dominicana está en estado crítico y requiere atención colectiva (p.15). Entonces, después de que nuestro país ha vivido tiranías, gobiernos provisionales, golpes de Estado y guerrillas, solo nos quedan las rémoras infaustas de gobiernos con estampas populistas en los cuales, a pesar del fortalecimiento del turismo, de tener la RD, un mayor ingreso en el capítulo de las divisas, del brío de la minería, de la bonanza de algunos rubros de la agricultura, de la urbanización y la infraestructura industrial y vial, según estima un análisis presentado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la pobreza se expandió en la misma proporción que las prácticas clientelares (p.22), lo que significa que lo que falta es programación estatal. No obstante, con el boom de la era digital y el empuje positivo de algunas democracias latinas, sus ciudadanos sufren en carne viva, el látigo del neopopulismo camuflado en el tejido del socialismo que ha sometido a sus pueblos a las peores miserias en los servicios básicos y en las libertades públicas, aproximando a dichas sociedades que antes fueron democracias con sus altas y sus bajas, en gobiernos absolutistas como lo demuestran los ejemplos de Nicaragua y Venezuela.         

Se me ocurre pensar, que en el aspecto de la administración estatal, dicha corriente (si así pudiéramos llamarla) en su forma de accionar  tiene un acercamiento con el conchoprimismo político por el proceder fluctuante que exhibe. De aceptarse nuestro criterio, obtendríamos el conchoprimismo populista, pues en oportunidades, su forma de “desempeño democrático” nos ofende descaradamente la sensibilidad y las emociones por la práctica desvergonzada y por los discursos teatrales y ostentosos que ofrece: Yo soy en cierta forma un instrumento del destino (p.11), dicela sentencia repetida por Balaguer, para justificar sus experimentos reeleccionistas. Y es así, porque los políticos de construcción mental populista como Balaguer, Leonel Fernández, Donald Trump o Jair Bolsonaro, se estiman llegados a la tierra, provenientes desde otras galaxias, apreciándose como guías mesiánicos portadores de encargos milagrosos.

Con un vistazo a la portada de la obra, nos encontramos con parte de la sustancia del libro que se explica en el mismo título: La herencia trágica del populismo. En ese acertado enunciado, encontramos una combinación de tres palabras que, desde su interpretación básica, nos colocan en un discernimiento primario, pues “herencia” nos lleva a pensar en lo que ha quedado. Por su parte, la palabra “trágica”, nos induce por el camino de la tragedia y “populismo”, en el sentido en que se plantea, evoca desconsuelo y frustración. Entonces, La herencia trágica del populismo, de Miguel Guerrero envuelve una intriga que explica los desaciertos políticos desde el año 1966 hasta el 2012, con su desenlace de erróneas decisiones gubernamentales, pero que, según el sentir del autor las semillas de esa cosecha, empezaron a sembrarse desde el mismo momento de la instauración de la tiranía trujillista, lo que implica que en lo relativo a la administración del Estado de ese espacio de historia republicana, el populismo enquistado en el palacio durante dicho periodo de tiempo resultó como un desagradable y costoso purgante.               

Una verdad que admite pocas controversias es que el periodista Miguel Guerrero ha dedicado bastante tiempo a la investigación y publicación de obras históricas y ensayísticas como esta, preocupado por la desventura que envuelve la política en el país y es esta, la razón por la que se pregunta: ¿Qué clase de sociedad queremos realmente los dominicanos y cuánto estaríamos dispuestos a dar o sacrificar para alcanzarla? (p.13). Su inquietud respalda una de las razones de la obra porque, a su entender, el populismo es simiente de la desgracia institucional de los gobiernos, actuaciones que se acrecientan con los irrespetos reiterados por la búsqueda de reformas constitucionales, motivo que lo lleva a expresar: Se olvida casi siempre que un presidente tiene deberes que cumplir y que en una democracia como a la que aspiramos, se le escoge para que haga respetar la Constitución y las leyes y proteja el patrimonio público. No se le elige para venerarlo ni mucho menos para hacer de él una deidad (p.30). Entonces, podríamos decir que El Populismo, un término usado tanto en República Dominicana como en el resto del mundo, pareciera ser un modelo de acercamiento del Estado hacia la gente, a partir del asomo de una crisis, originada en el no cumplimiento de promesas electorales sobre problemas básicos como lo serían: el hospitalario, el agua, la  adecuación de calles, seguridad ciudadana  o el excesivo cobro de impuestos y que, para dar soluciones ese mismo estado se constituye en un ente paternalista donde salen a flote decisiones coyunturales y discursos apagafuegos que intentan detener la formación de movimientos o quejas sociales. Referente a esto, el autor expresa: Un fenómeno común a los gobiernos constitucionales que han regido el país ha sido el conflicto resultante de lo que prometieron y lo que la realidad les impone (p.37).Emergen ahí los planes de corte paliativos en lo laboral y lo económico que en una sociedad de tan baja formación intelectual, dichos ensayos programáticos terminan como planes que solo buscan la sumisión del pueblo en favor de los liderazgos personalistas, donde hasta el débil movimiento obrero queda atrapado en las redes del gobierno, terminando planes sociales convertidos calmantes(analgésicos) apartados de toda planificación sensata.

En sus meditaciones sobre el tema de los actos reñidos con la ética por parte de funcionarios públicos, el autor, como analista del acontecer nacional e internacional, aprovecha la obra para expresar sus conmociones haciendo un enlace enunciativo con dictámenes valientes y sinceros, como se aprecia en la siguiente cita: (…) nada erosionó tanto la credibilidad del gobierno de Fernández como su posición en el juicio a los acusados de la quiebra de Baninter. Muchos dominicanos se preguntaban si la postura del Banco Central, que sostenía la acusación, o en cambio la de los funcionarios allegados al Presidente Fernández, que creían a los acusados inocentes, era la oficial del Palacio Nacional (…). La identificación creó muchas dudas sobre el compromiso de esa administración de combatir la corrupción tanto a nivel público como privado. (p.205). La pasividad con que el mandatario enfrentó las denuncias de malos hábitos en su administración, — frente a una denuncia de Miguel Coco— fue (…) vista por sus críticos como una prueba de indiferencia, y por muchos de sus leales seguidores como muestra de debilidad (…) (p.204).

Sean justas o no, las valoraciones de nuestro ensayista invitado, la  realidad es, que de lo que se habla en el texto citado, refiere a hechos que causaron una profunda afectación a la economía nacional y considerables desconciertos a la sociedad. Por lo tanto, al tratarse de vicisitudes que ya forman parte de la jurisprudencia contenciosa dominicana, lo expuesto por don Miguel Guerrero, constituye una verdad hechicera, que irrumpe como un rayo en cielo oscuro pues de lo que se trataba con la crisis bancaria después de descubierto el fraude, era del intento de omitir los hechos delictuales y pisotear el criterio  de la continuidad del Estado,arrojando al piso el principio de que tanto el presidente como sus funcionarios juran cumplir y hacer cumplir: la Constitución y las leyes de la República.

En catorce capítulos, compuestos por 210 páginas, el autor recopila los periodos de gobierno de veintidós años del Dr. Joaquín Balaguer (1966/1978/1986/1996); los cuatrenios de don Antonio Guzmán Fernández (1978/1982); Salvador Jorge Blanco (1982/1986) e Hipólito Mejía (2000/2004) y los doce años del Dr. Leonel Fernández Reyna (1996/2000/2004/2012); donde se analizan los temas de mayor actualidad periodística, resaltando los procesos electorales, la pobreza, las  debilidades del sistema educativo, las obsolescencias de las estructuras administrativas del Estado, las fallas constitucionales y fiscales; como también el desequilibrio social y económico, sus causas y consecuencias y la mentira como arma política, demostrando que se trata de un autor comprometido con la búsqueda del bienestar social dominicano, apasionado en la solución de los infortunios y carencias del pueblo y, sobre todo, apegado a los mejores principios del articulista valiente, observador y sensible.         

Según el criterio de los sociólogos Cass Mudde y Cristóbal Rovira, en la obra El populismo en Europa y América: ¿amenaza o correctivo para la democracia?: “los líderes de discursos populistas carecen de una línea de pensamiento político definido y lo expresan  de la siguiente forma: “[…] es un fenómeno político sin ideología definida, caracterizada por la ambivalencia pues tanto puede apuntar a la izquierda como a la derecha (…) mediante un discurso “moral”, sostenido por líderes carismáticos, que construyen una identidad basada en “el pueblo” y “los otros”(…) que intentan desplazar las élites existentes- y que puede derivar en formas democráticas o antidemocráticas”.

De acuerdo con este ejercicio analítico y según las políticas aplicadas y las promesas populistas incumplidas en la República Dominicana, los lauros máximos del populismo se los llevaría el Dr. Leonel Fernández. En tanto que, en el resto de Latinoamérica, resaltan líderes de un considerable cariz populista como lo fueron: Hugo Chávez, Rafael Correa, Evo Morales, Cristina Fernández, Nicolás Maduro y Daniel Ortega. Entonces, aproximándonos a la vertiente de los citados sociólogos en el sentido de que, el populismo ni tiene ideología política ni programas de estado y asociando eso al caso dominicano, resulta coherente con nuestra realidad, pues aquí se optó por la aplicación de políticas de corte neoliberales de ultraderecha y el mejor ejemplo lo tenemos en el contrato suscrito entre el Estado y la minera Barrick Gold Corporation, para solo citar un ejemplo, mientras que los demás líderes latinoamericanos, asumieron políticas “pro socialistas/comunistas”, con medidas que “buscaban el control” del Estado sobre las estructuras económicas nacionales y tendentes a la nacionalización de empresas y en hacer alianzas con Rusia, China e Irán.  Entonces, en La herencia trágica del populismo y lo que llamamos  el clamor de Miguel Guerrero, se confirma que el autor afina su capacidad ensayística, sus emociones y su comprensión cabal de la sociedad, pues su forma expositiva orienta y atiza los sentidos del lector, al exhibir sus ideas sin cortapisas ni mordazas, a la vez, que  despeja el camino para que la obra publicada en 2012, abordara la generalidad de los temas nacionales, orientándola como un genuino destello de denuncia de las peores formas de políticas electorales, constitucionales y programáticas en los cuarenta y seis años estudiados.   

Muchas gracias.

Centro de la Espiritualidad San Juan de la Cruz, sábado 27 de agosto de 2022

La Penda  del Caimito, La Vega.    

Por: Victor Escarramán H 

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