Mediante el decreto número 86-21 de fecha 12 de febrero de 2021, el Poder Ejecutivo ha creado el Consejo de Seguridad y Defensa Nacional, estableciendo su composición y las líneas generales de su funcionamiento. Y entre sus considerandos encontramos las motivaciones que ha tenido el señor Presidente, de crear este importante organismo de Estado, para el ordenamiento jurídico de los asuntos vinculados a la seguridad nacional. El tema de la seguridad nacional era un coto cerrado, para el manejo y uso de los estamentos militares, al llegar a su fin la llamada guerra fría, se permitió visualizar con otras proyecciones el concepto. A partir de los años noventa, se comenzaron los estudios académicos, para depurar en las academias militares y civiles todo lo relacionado con la seguridad nacional, la guerra fría terminó y con ella fallecieron, conceptos como “Seguridad Nacional” que previo a ese periodo, se vinculó a las políticas de seguridad nacional que habían nacido como estrategias ideológicas de los famosos documentos de Santa Fe, embrión espiritual de la lucha contra el “comunismo ateo y disociador” que amenazaba con tragarse a la humanidad y que sirvió de pretexto a las fuerzas militares del continente para establecer políticas represivas durante los años del 1970 al 1990.

Todos conocemos los resultados de la aplicación de esas políticas de Estado, fundamentada en la entonces doctrina de la seguridad nacional, la represión fue la regla y las libertades públicas y el orden constitucional, la excepción. No solo se llevaron de paso, gobiernos libremente elegidos, sino que afianzó en el seno de nuestros ejércitos, verdaderos clanes homicidas que fundamentados en la “doctrina de la seguridad nacional” exterminaron proyectos y propuestas políticas democráticas, que a juicio de los militares de esos momentos, constituían un peligro para “la democracia, la familia, la religión, las fuerzas armadas y la libertad”. Países democráticos fueron arrasados por la aplicación de esos principios represivos y los escenarios están allí, como testigos mudos. La democracia era un cascaron insustancial, que dejó miles de muertes, desaparecidos, huérfanos, familias destruidas, y las economías sufrieron un retroceso asombroso y los mercados no respondían a las demandas de una calidad de vida mejor. Estas exigencias influyeron de manera decisiva para promover un nuevo escenario, que traería nuevas valoraciones para implementar una seguridad nacional con una visión más estratégica.

A partir de los años noventa, se vincula el concepto de seguridad nacional al concepto Derechos Humanos, para dar paso a una nueva valoración de lo que llamaríamos Seguridad Humana. Estos nuevos enfoques, crearían nuevas alternativas, y el concepto seguridad nacional transita desde el ámbito de la represión y el homicidio encubierto hasta llegar a los valores y principios de los derechos humanos y deja de ser un concepto de uso exclusivo militar y pasa al manejo y uso de la llamada sociedad civil, de los parlamentos democráticos, de las normativas constitucionales y de las vidas ordinarias de las personas; y así, esa nueva visión del concepto seguridad nacional, nos abarca a todos: civiles y militares, hombres y mujeres, creyentes y no creyentes ,empresarios y obreros, ricos y pobres y comienza a ser parte integral no solo del vocabulario de los derechos humanos, sino de las políticas de estado que se comenzaran a diseñar, tomando el escenario de los derechos humanos, ya que no puede existir una política de seguridad nacional que no proteja y defienda los derechos humanos de todos, no puede existir una política de Defensa que no esté enmarcada en el ámbito de observar las normas de los derechos humanos. La guerra dejó de ser un objetivo, la paz se convirtió en uno de los valores de la humanidad más apreciado – continuará-.

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