Vivir en un país democrático implica gozar de los derechos que establecen la Constitución y las leyes, considerando que la democracia verdadera se construye y se logra con la participación de la ciudadanía y respetando esos derechos que le son inherentes.

Uno de esos derechos, es a la protesta, porque está vinculado a la libertad de expresión establecida en el artículo 49 de nuestra Constitución: “Toda persona tiene derecho a expresar libremente sus pensamientos, ideas y opiniones, por cualquier medio, sin que pueda establecerse la censura previa”.

Ante ésta premisa, la expresión ciudadana de la inconformidad frente a determinada situación con las instituciones públicas se puede mostrar a través de manifestaciones pacíficas sustentadas en las garantías de ese derecho, que además, no debe incitar a la violencia, el odio, racismo, genocidio ni atentar contra la integridad o vida de la persona o grupo social.  

Llama la atención las recientes acciones por parte de miembros de la Policía Nacional, mediante una reacción desproporcionada contra las manifestaciones pacíficas de militantes y dirigentes del Partido de la Liberación Dominicana, PLD que, ejerciendo su derecho de expresar su inconformidad ante uno de los poderes del Estado, incurran en una modalidad de intolerancia que contraviene todo sistema democrático.

Estas manifestaciones frente al Palacio de Justicia y la Casa Nacional del PLD, especialmente, se sustentan en el apresamiento de ex funcionarios del anterior partido gobernante, reclamando la igualdad de derechos y condiciones, así como el respeto al debido proceso que implica la presunción de inocencia de los judicializados hasta tanto sean verificados de manera probatoria los hechos imputados.

El ejercicio del Poder Judicial a través del Ministerio Público debe tener en cuenta esos derechos constitucionales de cualesquier manifestantes, sin distingo de color de piel, posición social o bandera partidaria, porque la ley debe aplicarse de manera horizontal e igual para todos.

Llama la atención que nuestra democracia esté padeciendo esta desnaturalización, institucional, negando la participación popular como esencia. Esta democracia le ha costado enorme sacrificio, sangre y vidas al pueblo dominicano, para que acciones policiales, represivas y desproporcionadas frente al ejercicio de un derecho como la libertad de expresión y la manifestación pacífica pretendan pintarla de colores distintos a los de la enseña tricolor.

Un llamado al respeto constitucional, a la cordura, la tolerancia, la convivencia pacífica y a la paz.

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