El título de este artículo corresponde al nuevo libro del compañero y amigo Manolo Pichardo, puesto en circulación el pasado 1 de febrero en el auditorio de la Fundación Global Democracia y Desarrollo (Funglode).

José Ignacio Martínez Cortés, al comentar la obra de Manolo Pichardo, nos dice que en ella se analizan magistralmente los cambios que vienen registrándose en el orden mundial que nos conducen según su criterio hacia un “multilateralismo en el que China jugará un papel fundamental en la emergencia de los países del Sur y el Este”.

Y en efecto, el que lee este ensayo de Manolo Pichardo se percatará claramente de cómo en los últimos decenios la correlación de fuerza de las potencias mundiales se ha ido desplazando de tal modo que en la actualidad se puede afirmar, como lo expresa el autor, de que está en riesgo “el dominio occidental expresado en la unipolaridad liderada por los Estados Unidos”.

Las generaciones que nacieron con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial crecieron bajo el signo de la denominada “guerra fría”, expresada en una lucha sin cuartel entre el capitalismo representado por los Estados Unidos y el comunismo sustentado por la Unión Soviética. Era la confrontación entre el mundo occidental, liderado por los Estados Unidos y bajo cuya conducción se situaban las llamadas democracias liberales de Europa y los países sumisos de la América Latina, y la Unión Soviética, bajo cuyo dominio orbitaban los países del este de Europa y del Asia Central.

República Dominicana sufrió esa lucha descarnada de un mundo bipolar dominado por dos potencias hegemónicas, pues bajo el dominio de los Estados Unidos sufrió una dictadura de treinta y un año que estos apoyaron hasta su final, y restablecida la democracia un golpe de estado, todo condicionado por el temor de que el país pudiera ser controlado por las fuerzas comunistas, cuando estas no contaban con un desarrollado que las pudiera llevar al poder.

La Unión Soviética implosionaría en 1991, los países que la integraban se separarían de Rusia y esta caería en un ciclo de inestabilidad política y crisis económica que permitiría a los Estados Unidos erigirse en una potencia mundial única que sepultaría la bipolaridad vivida hasta esos momentos.

A partir de entonces, los Estados Unidos como única potencia hegemónica llevó al paroxismo la defensa y expansión de su sistema, promovió las bondades del mercado, combatió las regulaciones del Estado y por la vía de los tratados de libre comercio y libre circulación de bienes y servicios inundó con sus productos la economía mundial. Pero el mismo desarrollo de la globalización no solo causó problemas en los países emergentes y periféricos, sino que con el tiempo los propios Estados Unidos comenzaron a sufrir sus embates, pues muchas de sus empresas terminaron por desplazarse al extranjero en busca de manos de obra barata para producir bienes que exportaron libre de aranceles para consumo de los norteamericanos.

Tal como lo expresa Manolo Pichardo, esta nueva política neoliberal terminó por ensanchar la brecha entre ricos y pobres, llevó a la sociedad norteamericana a una fractura social y condujo a su población a la búsqueda de líderes distintos.

Mientras esto acontecía en los Estados Unidos, la República Popular China abría su economía al capitalismo bajo la dirección política del Partido Comunista y con un mercado de más de mil millones iba creciendo económicamente hasta convertirse hoy en la segunda potencia mundial, y con pronóstico de pasar al primer puesto en el 2030. Rusia, por su parte, con su vasta extensión geográfica fue recuperándose paulatinamente, y trata de restablecer su hegemonía de otra época.

Son todos estos cambios registrados en los últimos años lo que llevan a Manolo Pichardo a preguntarse en su libro, “El Desplazamiento del Poder Global, hacia un Nuevo Orden”, si se ha derrumbado “el antiguo orden liderado por los Estados Unidos por más de medio siglo”. Algunos autores que él cita piensan que se avanza a un mundo multipolar donde lucharán por la hegemonía y los espacios regionales los Estados Unidos, China, Rusia y la propia Unión Europea.

De todo ese profundo análisis que nos brinda Manolo Pichardo queda claro que es difícil que hoy pueda afirmarse que los Estados Unidos siguen siendo la primera potencia mundial, pues en la actualidad se ve constreñida a competir con otras naciones que muestran un poderío similar.

En esta “reconfiguración política que acentúa la multipolaridad” habrá choques, forcejeos, alianzas inesperadas, bloqueos económicos y, por supuesto, lo estamos presenciado, guerras por el control geopolítico estratégico de un determinado territorio. Desde luego, en una columna con espacio limitado se está obligado a resumir, y no es factible poder explayarse en otras consideraciones sobre este enjundioso ensayo de Manolo Pichardo, experto en temas internacionales y antiguo presidente del Parlamento Centroamericano, a quien felicitamos calurosamente por este valioso aporte.

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