Indudablemente que nuestros Padres de la Patria, Duarte, Sánchez y Mella, así como los héroes que con gran dignidad se destacaron voluntariamente en nuestras guerras restauradoras dando inicio así a la Segunda República, son conocidos, enarbolados, enaltecedores y mencionados por nosotros los dominicanos, pero no sucede lo mismo con el poco conocido patriota Dr. José Núñez de Cáceres, posiblemente por el fracaso de su proyecto político conocido como “Independencia Efímera”, que precipitó la renuncia de Jean Pierre Boyer.

Nació en Santo Domingo, el 14 de marzo de 1771. Su origen humilde no le impidió alcanzar el más alto nivel en la escala social de su época, tanto en el orden político como intelectual. Obtuvo el título de bachiller en leyes en la Universidad regenteada por los Padres Dominicos. Posteriormente hizo oposición a la cátedra de derecho canónico en ese centro académico que obtuvo luego de superar a cinco aspirantes.

Sin embargo, podemos destacar que fue el dominicano más influyente de su generación con una impresionante hoja de vida: jurisconsulto de grandes luces, poeta, precursor del periodismo político en nuestro país, teniente gobernador de Santo Domingo, asesor jurídico y auditor de Guerra, desde la toma de posesión de Juan Sánchez Ramírez como gobernador después de la victoria de Palo Hincado; rector de la Universidad de Santo Domingo al ser instaurada el 15 de diciembre de 1814; gestor del primer intento independentista del pueblo dominicano (1-12-1821).

José Núñez de Cáceres formó parte del éxodo que se produjo en la parte Este de la isla luego del nefasto Tratado de Basilea (1795). Se instaló con su familia en la ciudad de Camagüey, donde funcionó también la Audiencia de Santo Domingo después del citado Tratado.

Inmediatamente después de consumada la victoria de Palo Hincado y la salida de los franceses de las islas, retornó a su ciudad natal, colmado de optimismo y plenamente identificado con la causa que reincorporó a España la primogénita de sus colonias en el Nuevo Mundo. Fue tan obvio su optimismo que escribió un extenso y aplaudido romance a los vencedores de Palo Hincado (1809) para quienes pedía gloria eterna.

Bajo la gobernación del brigadier Carlos Urrutia se llevó a cabo una reunión en el Convento de los Padres Dominicos a los fines de restablecer la clausurada Universidad Santo Tomás de Aquino. El resultado de aquel cónclave de los sabios de la época fue la elección del Dr. José Núñez de Cáceres, rector y vicerrector Don Francisco Jiménez de Morillos (8-1-1815).

El Dr. José Núñez de Cáceres Albor, quizás una de las mentalidades más evolucionadas y abiertas de su época, consciente de la dirección política que habían asumido las provincias españolas de ultramar, después de la Constitución de Cádiz, pero sobre todo alentado por la presencia de Bolívar en Los Cayos y la promesa del Libertador Sudamericano de liberar las Antillas de habla hispana, Núñez de Cáceres pensó que había llegado la hora de un cambio de rumbo en la sociedad dominicana, germen de su aventurado proyecto político que nacía sin ninguna posibilidad de supervivencia.

Un breve análisis de la situación geopolítica imperante en la región, en un gobierno en el occidente de la isla compelido a buscarle destino a una burocracia militar cesante desde la muerte del Rey Cristóbal, y un numeroso ejército español en Cuba y en Puerto Rico, pero en verdad lo que le dio el tiro de gracia al proyecto de Núñez de Cáceres fue calculada la actitud de Bolívar de no acudir al angustioso reclamo de la República creada el 1ro. de diciembre de 1821. Ante esta triste realidad el nuevo Estado sucumbió ante las hordas invasoras del Presidente haitiano Jean Pierre Boyer, el 9 de febrero de 1822. Le ocupó al Dr. Núñez de Cáceres, el doloroso compromiso de entregarle las llaves de la ciudad primada del Nuevo Mundo. Indescriptible debió ser el estado de ánimo del fracasado libertador, aunque tuvo el valor de señalarle en su discurso, la imposibilidad de adhesión del pueblo dominicano a la pretendida haitianización boyerista, pues le dijo: la palabra es el instrumento natural de comunicación entre los hombres, si no se entienden por medio de la voz, no hay comunicación, y he ahí ya mi muro de separación tan natural como innumerable. Los hechos le dieron la razón, hubo dominación, pero no sumisión.

Como era de esperarse, el Dr. José Núñez de Cáceres debió abandonar su tierra natal inmediatamente después que se posesionaron las autoridades haitianas. Se dirigió a Venezuela con toda su familia. En Caracas se entregó a la política local al lado del aguerrido general, José Antonio Páez. En junio del mismo año era secretario principal de Páez.

La suerte no le duraría mucho en esta ocasión, porque al recuperar nuevamente el Libertador el poder, fue expulsado de Caracas por la actitud hostil y crítica que había sumido en su contra. Fue considerado como hombre muy travieso y peligroso hasta ser encarcelado en Maracaibo y denigrarlo con hechos y palabras, se vio en la necesidad de abandonar la ciudad de Caracas y dirigirse a México.

Se estableció en la ciudad de Puebla de los Ángeles. Luego se trasladó hasta el final de sus días, a la ciudad Victoria, del Estado de Tamaulipas, donde realizó una intensa labor política y social, acorde con su inteligencia y sabida experiencia. En 1833 fue declarado hijo benemérito del Estado. Su muerte se produjo el 12 de septiembre de 1848. Sus restos descansan hoy en el Panteón Nacional.

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