A veces las personas sienten que nada de lo que hacen por los demás, les es tomado en cuenta.
Piensan que no aunque sean buenos y solidarios, jamás recibirán la misma bondad y solidaridad de quienes les rodean.
Unos se prometen cambiar, dejar de ser tan buenos, pero otros continúan siendo como son, sin importar que se enfrenten a la ingratitud más hiriente.
No es bueno esperar a cambio. No es bondad real la que se ofrece a los demás, cuando el propósito es recibir una recompensa. No tiene valor la ofrenda, cuando se esperan los elogios de la comunidad. No envano las enseñanzas cristianas aconsejan que aquello que se da con la mano derecha, no debe saberlo la mano izquierda.
En realidad, el mundo está lleno de aquellos que con sus “buenas acciones ” solo buscan el reconocimiento de los demás, trabajan duro para forjarse una imagen de personas buenas y desprendidas. Lo mismo están aquellos que desean ser vistos como seres humildes, que no hacen diferencia entre clases sociales para integrar su grupo de amigos.
Pero también están las personas realmente buenas, solidarias y humildes, aquellas que no esperan nada a cambio de lo que ofrecen. Aquellas cuya esencia es servir y cooperar en todo lo que los demás puedan necesitar. Afortunadamente existen esas personas cuya prioridad es el bienestar de quienes les rodean. Ofrecer apoyo en los momentos difíciles, ayudar a los otros con aquellas cosas que les pueden resultar complicadas, acompañarlos en sus proyectos y ofrecerles los consejos adecuados, conforme a las enseñanzas de sus propias experiencias, es para muchas personas su razón de existir y no dejarán de hacerlo, aunque a veces no reciban ni las gracias.
A lo largo del tiempo, y a veces no tan largo, las personas van notando sus propias fortalezas y debilidades, saben de lo que son y de lo que no son capaces, cometen errores que a veces enmiendan, pero que otras veces, incapaces de admitir la equivocación, prefieren padecerlos toda la vida.
Los seres humanos somos tan distintos como iguales. Esa es la diversidad. En ocasiones las diferencias nos unen, nos hacen sentir atraídos, pero otras, nos alejan de manera irremediable.
Para unos todo cuanto se hace en favor de otros, debe ser compensado, para otros, la mayor recompensa es la felicidad que causan a otros. Existen personas para quienes ayudar a sus semejantes es un deber, es la mejor manera de justificar la condición de humanos.