La realidad ha demostrado, con crudeza, la pobreza de nuestro sistema de enseñanza: rico pero incapaz. El fracasado proceso de evaluación de nuevos maestros, evidencia que hay que revisar el sistema completo. Las espeluznantes cifras del fracaso mueven a preocupaciones: 19,181 plazas a cubrir con 71,514 postulantes presentados. En algunos sitios el 100% de los licitantes habría reprobado, al margen de dificultades técnicas, desorganización y la vergonzosa filtración del examen. Un Diputado “exige” sin enfado, que los puestos disponibles sean cubiertos por “compañeritos” de las bases del partido de gobierno. Diario Libre da cuenta de que el 95.4% de los postulantes, fracasó. ¿Y si evaluáramos los maestros activos? “Licenciados en pedagogía”, escasos en conocimientos mínimos para “enseñar”, reflejan el gran fracaso de las universidades. Una educación secundaria que no dota a sus estudiantes del mínimo necesario para estudios superiores; una escuela intermedia vacía y con maestros que desconocen la materia que se supone “enseñen”, con honrosas excepciones; una escuela primaria que permite que niños puedan llegar al cuarto curso sin aprender a leer ni escribir, y la politización de todo el sistema hasta el agotamiento actual. Una asociación de maestros “leales” al partido y más interesada en lo remunerativo que en la calidad de profesores y enseñanza, gremio adicto a las huelgas y a las complicaciones, más que a contribuir a la viabilidad de un sistema enfermo pero vital para el presente y futuro nacional. Asociaciones de padres y amigos de la escuela, mareados en detalles cosméticos y una sociedad toda, atareada en su subsistencia y ajena a la degradación educativa, componen el coctel ideal para que un pueblo sin ilustración, se aleje del desarrollo integral. La responsabilidad política es insoslayable: un recuento de los responsables designados en los últimos 20 años, por establecer un lapso de tiempo, y veamos su preparación y capacidad gerencial, para manejar el estamento con mayor número de empleados, de una pasmosa complejidad, a más de ser hábiles artífices de la política autóctona. Son más importantes las cifras “inconfirmables” y el bulto mediático. ¿Ministerio de Educación como plataforma política para lanzamiento de proyectos inviables? En esta sensible vía de formación ciudadana, la mediocridad se trasmite amplificada. Las carencias que debió cubrir el 4%, eran mucho más que falta de recursos. Existían complejidades brutales a más de un divorcio entre la calidad de enseñanza y lo esperado. La pandemia, amplió la brecha social y acentuó diferencias entre la educación oficial y la privada. Una se mantuvo con la enseñanza virtual, no óptima pero viable. La pública con la TV y la radio, muestra una deficiencia garrafal, de recuperación imposible. El Cambio, del eslogan político, debió encontrar espacio práctico en la educación pública. Son muchos los responsables…

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