Hace días participé de la Tertulia Diplomática que organizamos mis compañeros de la IV Cohorte de la maestría en Diplomacia y Servicio Consular del Inesdyc, para explorar temas, políticas y organismos de desarrollo. Este mes conversamos con Gabriela Alvarado, representante del Programa Mundial de Alimentos (PMA) en la República Dominicana.
De la conversación con ella, me quedo con tres grandes lecciones sobre políticas de desarrollo social. También, reafirmé la idea de cómo el hambre va mucho más allá de si se come o no.

Empecemos por esto último: una de cada nueve personas en el mundo padece de hambre. Es decir, alrededor de 811 millones de hombres, mujeres, niñas y niños se acuestan sin cenar.

En 2019, más de cien millones de hombres, mujeres, niñas y niños sufrieron hambre severa. En la mayoría de las ocasiones, generada por guerras y conflictos.

Y estos son datos previos a la pandemia.

De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la crisis sanitaria disparó esta problemática a nivel mundial. Básicamente, a la pobreza, la desigualdad y desastres ambientales, se le sumó la falta de acceso generada por el virus.

La FAO para República Dominicana explica que en nuestro país viven unas 600,000 personas subalimentadas. Es decir, 5,5 por ciento de todos los dominicanos y dominicanas tienen una dieta inferior a la necesaria para desarrollarse.

En parte, podría decirse que esas 600,000 personas justifican la presencia del Programa Mundial de Alimentos en nuestro país. También, a la luz de datos como acceso a agua potable, salud, vivienda y otros indicadores de pobreza, es clara la relación entre niveles de desigualdad, exclusión social y falta de acceso a alimentos.

• Las Tres Lecciones

Al principio dije que del diálogo con Gabriela Alvarado me quedaba con tres lecciones. La primera de ellas parte de interrogantes típicas de la gestión y prevención de crisis:

1- La Resiliencia
“En el 2019 ¿quién se imaginaba que iba a pasar Covid? Y ahora no es cuestión de cuándo volverá a pasar sino ¿qué es lo que volverá a pasar?”, dice la representante de PMA. Agrega que luego de la cantidad desproporcionada de huracanes categoría cinco que hubo en 2017, la pregunta tampoco era “Si volvería a pasar, es cuándo volverá a pasar”. Aquí es donde entra la resiliencia, la capacidad de los países y ciudadanía de responder a las crisis, adaptarse a los cambios y mitigar los daños.

Gabriela señala en este punto la necesidad de preservar los sistemas alimentarios. A la vez, fortalecer los mecanismos de protección social, de alcance a las personas y del uso de la tecnología para optimizar los esfuerzos.

2- Intercambio De Experiencias Internacionales
En el documento “Cómo Tomar En Cuenta Las Experiencias De Otros: Un Análisis de La Transferencia De Políticas Públicas, Mariana Becerra Pérez señala que la transferencia de políticas públicas es un fenómeno que sucede desde hace muchos años en América Latina. A la vez, destaca la relevancia de que países con un contexto similar intercambien experiencias.

Lo mismo nos contó Gabriela en la tertulia. Explicó que al momento de dar respuesta a emergencias o prepararse para estas, “lo podríamos hacer solos como República Dominicana, lo podríamos hacer solos como región o podríamos intercambiar información”.

El PMA está invirtiendo esfuerzos en esta dirección. Y conviene notar que esta es la tendencia en todos los sectores de intervención vinculados al desarrollo social y la reducción de las desigualdades.

Todos los países tienen hombres, mujeres, niñas, niños o adultos mayores con hambre, extrema pobreza o exclusión social. Cada persona del mundo se cruza cada día con una vendedora en las calles, un echador de días o un tira mezcla. Ante contextos similares, la única solución original es contar con las buenas prácticas de los demás. “Ante una emergencia, si estamos devastados por un huracán, ¿cómo podemos aprender de lo que le pasó a Mozambique en 2019, que recibieron tres huracanes en espacio de siete u ocho semanas?”.

3- Enfoque Integral
A lo largo de la conversación la quedaron puntos por explorar. Uno de los más recurrentes fue la perspectiva integral. Es decir, no se trata de que tengamos un protocolo de gestión de riesgo, de protección social o de erradicación del hambre.

Se trata de que todos los esfuerzos y acciones estén articulados. Se propone que las políticas públicas funcionen como engranajes, no como piezas. Dicho de modo más simple: el hambre y la desigualdad van más allá de la comida.

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