No voy a referirme al libro del mismo nombre de esta entrega sobre la crisis alimentaria y sus consecuencias de Paul Robert (periodista y colaborador del Washington Post de Miami), un libro que leí con pasión cuando estaba en mis funciones en la Embajada de República Dominicana en Ecuador para el año 2006, donde el autor nos señala, como la gripe aviar, un virus que muta con sorprendente rapidez y que podría ser el responsable de la próxima pandemia mundial.
En esta ocasión voy a referirme al informe de políticas sobre las repercusiones de la pandemia de hoy, (y que es citada en el libro) la seguridad alimentaria y la nutrición, pues en la reunión de alto nivel de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), su secretario general, Antonio Guterres, aportó datos el año pasado que son preocupantes.

Señala el secretario general de las Naciones Unidas que en el mundo hay alimentos más que suficiente para alimentar a los 7800 millones de habitantes que conformamos la población mundial. Sin embargo, a la fecha de hoy, más de 820 millones de personas pasan hambre. Nuestros sistemas alimentarios están fallando, y la pandemia está empeorando aún más las cosas.
Cada vez está más claro que hay una emergencia alimentaria mundial inminente que podría tener repercusiones a largo plazo para cientos de millones de niños y de adultos.

Incluso la ONU advierte que el mundo atraviesa una coyuntura crítica y que se debe dar un impulso diplomático a la promoción, en el marco de la Cumbre de las Naciones Unidas sobre los Sistemas Alimentarios. Y expresa que estamos lejos de alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible para el 2030.

Los países más pobres son los que sufren esta situación. Evidentemente no existe un problema de escasez de alimentos a nivel mundial, pero sí existen problemas de logística. Así las dificultades para sembrar, cosechar y transportar a algunas zonas se han complicado con el confinamiento. Un problema que se nota en los países que dependen en buena parte de las importaciones.

Se calcula que el cierre de las clases a nivel mundial ha dejado a más de 368 millones de niños sin su única comida nutritiva del día, y el Programa Mundial de Alimentos calcula que, al día de hoy, 135 millones de personas viven con graves problemas de acceso a alimentos, una situación que están convencidos que crecerá y que, aumentara a 265 millones.

Para terminar, el confinamiento ha provocado que muchas personas se queden sin ingresos, y la crisis sanitaria ha derivado en una grave crisis de hambre y la principal preocupación es luchar con el objetivo de frenar el número de fallecidos. Pero según los analistas esto podría ser el principio de un problema mayor, una crisis cuyas consecuencias pueden ser devastadoras. Y es la crisis alimentaria que viene. Que es lo mismo decir el hambre que viene.

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