Hace un tiempito escribí sobre los palíndromos, esas palabras que al voltearlas tienen otro sentido con un significado válido. En ese artículo al que hago referencia, me pareció divertido hacer un ejercicio cerebral de identificar varias grafías que cumplieran este cometido.

Ahora me aventuro a escribirles sobre los anagramas, esas palabras o frases que al cambiar el orden de sus letras dan lugar a otros vocablos distintos.

Un anagrama implica la generación de dos o más palabras diferentes por el solo hecho de cambiar de posición sus letras. El término, de origen griego, proviene de “anna”, que indica movimiento, y “gramma”, que quiere decir “letra”.

Para no dejar la definición de las fuentes oficiales, compartimos la de la Real Academia de la Lengua: “Cambio en el orden de las letras de una palabra o frase que da lugar a otra palabra o frase distinta”.

Es importante destacar que hay dos tipos de anagramas: el de palabras y el de frases. El primero, es el más común y se forma cuando se utilizan todas las letras de una palabra, pero modificando el orden. Por ejemplo: protesta-portaste. El segundo, el de frases, es donde se parte de una o más palabras para luego extraer más términos alterando el orden de las letras. Un ejemplo es mi nombre: Adelaida, del que se desprende el anagrama “da la idea”.

Me resulta sumamente divertido hacer el ejercicio de desprender anagramas de diversos tópicos, ya sea nombres, países y otros temas diversos.

Por ejemplo, con ciudades y naciones podemos ver el caso de Brasil, del que se forma el anagrama “silbar”, así como con Croacia–arcaico; Nepal–panel, Ecuador-acuerdo, Inglaterra-integraría, Praga-pagar, París-prisa, Caracas- cáscara, Roma-mora, Roma-amor, Andalucía-alucinada, entre otros.

Y con los nombres es aún más interesante, como lo hice con el mío en un párrafo anterior. Es el caso de Ángela-alegan, Álvaro-valora, Zara-Raza, Enrique-quieren, Narciso-cornisa, Amparo-páramo, Ramón-norma, Mónica-camino, Teresa-aretes, Valentín-ventilan, Marta-trama, Marta-matar, Sergio-riesgo, Romina-marino, Pedro-poder, Mariano-armonía, Eduardo-deudora, Susana-Saunas, Rosalía-salario, Camelia- Micaela, Alondra- ladrona, Leandro-enlodar, Lucía-licúa, Nicolás-colinas, entre otros.

Sé que a partir de este escrito muchos procurarán hacer el ejercicio de detectar anagramas que puedan formarse con sus nombres, el de sus parejas, familiares y algunos amigos. Ciertamente el ejercicio puede ser divertido y enriquecedor a la hora de practicar con las herramientas que nos ofrece nuestra gramática: amplia, diversa y rica.

¡Gracias por leerme!

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