os resultados de las pasadas elecciones presidenciales y congresionales dejan muchas experiencias y abren muchas dudas, sobre el presente y el futuro de las tres organizaciones que protagonizaron dicho proceso. La victoria apabullante del presidente Luis Abinader y del PRM, abre un nuevo ciclo en la política dominicana que convierte al actual presidente en la figura de mayor poder.
Ninguno de los presidentes de la etapa democrática posterior a 1966 había podido lograr el dominio de todos los poderes y de todas las instituciones importantes de la nación, como lo consiguió Abinader en las elecciones pasadas. Ni Balaguer, ni Guzmán, ni Jorge Blanco, ni Leonel, ni Hipólito, ni Danilo, habían acumulado el poder que hoy tiene Luis.
Para el PRM como partido, tenerlo todo es una bendición, pero también un camino peligroso y conflictivo. Al vencer de manera tan amplia a la oposición, ahora las duras confrontaciones se darán a lo interno, sobre todo entre las decenas de aspirantes presidenciales que existen, motivados todos por la declaración del presidente de que no aspirara a otra reelección.
El PRM deberá saber manejar esas contradicciones y hacer un buen gobierno, pues ahora no tiene ninguna excusa para incumplir con las expectativas y las demandas de la población.
En el caso de la Fuerza del Pueblo y Leonel Fernández, lograron una muy buena votación de más de un millón doscientos cincuenta mil votos, casi un 30%, y de esa manera se convirtieron en la segunda fuerza política de la nación. Leonel y la FP no se pueden subestimar, y más aún porque Omar Fernández logró ganar la senaduría del Distrito Nacional de manera sorprendente, venciendo no sólo al candidato del PRM sino al propio presidente Abinader y a todo su gobierno, quienes se empecinaron en tratar de derrotar a Omar y no lo lograron. Aunque ganaron 29 senadores, el haber perdido la senaduría del DN le pone un trago muy amargo a la victoria del PRM.
El gran reto que tiene la Fuerza del Pueblo y muy especialmente el presidente Fernández, es cómo va a manejar el hecho de que Omar, su hijo, se ha convertido en el fenómeno político más importante de este tiempo y al parecer podría convertirse en una fuerte opción presidencial para el 2028 o para el 2032. Leonel salió muy fortalecido de este proceso y podría estar pensando en aspirar nuevamente para el 2028, lo que para muchos podría ser un contrasentido partiendo de que ha sido tres veces presidente, y ya tiene en las manos a un sucesor digno, confiable y con mucho potencial.
El partido que salió más debilitado y con mayores retos a enfrentar es el PLD. Los resultados electorales, donde alcanzó un pírrico 10% y no obtuvo ni un senador, es un golpe muy contundente que lo debilita de cara al presente y al futuro. Fueron muchos los factores que presagiaban que eso le podría suceder al PLD. La brutal campaña de destrucción y descrédito llevada a cabo por el gobierno del PRM, a través del Ministerio Público, fue un golpe demoledor que colocó al PLD como un partido de ladrones y desfalcadores del Estado ante la opinión pública, sin que esa organización pudiera desarrollar una campaña de defensa efectiva.
Unido a esa dura batalla contra el Ministerio Público, el PLD cometió la pifia de elegir un candidato presidencial que si bien lo conocían muy bien en Santiago, era un total desconocido en el país y para competir no estaba a la altura de dos figuras como Leonel Fernández, tres veces presidente, y Luis Abinader, actual mandatario que aspiraba a la reelección. En la actualidad, el PLD tiene el gran reto de saber manejar los efectos de su derrota, saber renovarse y colocar en su equipo de dirección y de imagen a figuras jóvenes o que no estén vinculadas a ningún evento cuestionable, y de reciclar de forma respetuosa y digna a esa dirigencia histórica que ya no está en capacidad de batallar con las nuevas exigencias de la etapa política que vivimos.
Un gran reto del PLD está en aprender la lección de esta derrota táctica y trabajar para convertirla en una victoria estratégica. Esa debe ser una gran tarea para Danilo Medina, como presidente y líder de ese partido, y para la nueva generación de líderes que ha emergido y que debe jugar su papel en esta coyuntura. Danilo debe ser el motivador y guía principal del proceso de renovación y cambio en el PLD. De lo contrario, esa organización podría estar camino a la extinción.