La hidrogeología es una disciplina científica que nos permite conocer cómo, y por qué, las lluvias y aguas superficiales se infiltran al subsuelo a través de poros primarios de rocas sedimentarias porosas, como calizas coralinas y areniscas, o a través de poros secundarios de rocas fracturadas, o a través de poros primarios de sedimentos granulares como gravas, arenas o piroclastos; del mismo modo que nos permite conocer por qué las lluvias y aguas superficiales no pueden entrar al subsuelo cuando las rocas no tienen porosidad primaria, ni porosidad secundaria, o cuando los sedimentos son arcillosos con alta porosidad total, pero con baja porosidad efectiva, por lo que la cartografía hidrogeológica es fundamental para saber cuándo un subsuelo posee aguas subterráneas y cuándo no.

Sin embargo, como en nuestra exitosa lucha ambiental en defensa de los grandes volúmenes de aguas subterráneas no contaminadas de Los Haitises, argumentamos, y demostramos, ante los expertos del PNUD, que conforme a los resultados de los estudios hidrogeológicos realizados dentro del Plan Nacional de Investigación, Aprovechamiento y Control de Aguas Subterráneas (Planiacas) (en el cual trabajamos desde el principio hasta el final cartografiando unidades hidrogeológicas), en Los Haitises hay una recarga neta anual de mil millones de metros cúbicos de agua, y gracias a esa demostración desde entonces se utiliza como argumento de lucha ambiental el criterio general de que todo proyecto minero va a contaminar aguas subterráneas, aunque en el lugar no existan aguas subterráneas.

Es importante saber que en la República Dominicana hay 5 grandes regiones hidrogeológicas que debemos proteger para el futuro aprovechamiento de las aguas subterráneas, y ellas son:

1-Planicie Costera Oriental, la cual se extiende por el litoral sur, desde Santo Domingo hasta Nisibón, Higüey, donde afloran calizas coralinas muy porosas y cavernosas, y allí cada pozo produce mucha agua.

2-Región de Los Haitises, la cual se extiende desde Cotuí hasta Sabana de la Mar, y desde Monte Plata hasta la Bahía de Samaná, donde también afloran calizas coralinas muy porosas y muy cavernosas que, literalmente, “se tragan” todas las aguas de lluvias y las conducen hasta el subsuelo profundo, y por eso en Los Haitises, aunque anualmente caen 1,800 milímetros de lluvias por cada metro cuadrado, usted no ve ningún río con agua, fruto de que toda el agua se infiltra y corre subterráneamente.

3-Sierra de Neiba, la cual se extiende desde la frontera hasta el río Yaque del Sur, y desde Neiba hasta Vallejuelo, y donde afloran calizas litográficas y calizas cristalinas cavernosas, muy fracturadas por intenso tectonismo regional.

4-Sierra de Bahoruco y península sur de Barahona, ubicadas en el extremo suroeste de nuestro país, donde afloran calizas litográficas y calizas cristalinas, muy fracturadas por el tectonismo regional, con muy alta porosidad secundaria y gran cantidad de cavernas que, en ambas sierras, “se tragan” las aguas de lluvias, y aunque en estas sierras llueve casi tanto como en Bonao, allí usted no ve grandes ríos porque el agua corre subterráneamente.

5-Valle de Neiba, el cual separa las sierras de Neiba y de Bahoruco, y donde existen gruesos abanicos aluviales calizos, y areniscas calcáreas plegadas, que se recargan con las aguas de los manantiales que salen en las zonas de fallas normales e inversas que delimitan el extenso graben del lago Enriquillo.

Sin embargo, las rocas ígneas andesíticas, basálticas y graníticas de San Cristóbal, Pedro Brand, Villa Altagracia, Yamasá, Cotuí, Bonao, La Vega, Constanza, Jarabacoa, Monción, Restauración, San Juan de la Maguana y pico Duarte, no constituyen acuíferos, y por tal razón en esas rocas no hay aguas subterráneas, como piensan algunos, ya que las rocas ígneas se formaron por enfriamiento, solidificación y cristalización del magma incandescente, y en ese proceso de solidificación los cristales minerales quedaron soldados y no dejaron poros que faciliten la infiltración del agua superficial hasta el subsuelo profundo, y por ello todas las lluvias caídas sobre la cordillera Central se ven obligadas a escurrir superficialmente, generando así los ríos más caudalosos del país y de la región del Caribe.

Bajo el mismo concepto hidrogeológico, pero bajo una génesis distinta, tenemos las arcillas de la formación Mao, las que afloran en Santiago, Navarrete, Esperanza, Mao, Villa Vásquez, Castañuelas, y el resto de la Línea Noroeste, y las arcillas de Moca, Salcedo, Tenares y San Francisco de Macorís, donde las aguas de lluvias no pueden atravesar la estructura impermeable de esas arcillas y cada pozo que allí se perfora resulta seco, y por ello en esos lugares casi no hay pozos para extraer agua, salvo lechos granulares vecinos a ríos que aportan recarga directa. El agua entra en un vaso lleno de arena, pero no entra en un vaso lleno de cera.

De ahí que la próxima vez que vayamos a hablar de aguas subterráneas en algún lugar, primero debemos consultar el atlas hidrogeológico regional, para asegurarnos de que la zona de referencia realmente almacena aguas subterráneas.

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