Los antiguos griegos estaban convencidos de que la vida, y más generalmente, la existencia transcurría en ciclos. En sociedades donde el devenir ocurría con lentitud y el ritmo de la vida lo dictaba la salida y la puesta del sol y la sucesión regular de las estaciones resultaba normal que se adoptara esta visión cíclica de la vida. Decimos esto, pues el comienzo de un nuevo año nos hace pensar que la vida se mueve en cierta manera en ciclos.
Estamos ante un nuevo comienzo, que nos permite plantearnos hacia dónde vamos y a definir y luchar por nuevos objetivos. En fin, en darle un sentido a nuestras vidas y superar fallas y faltas cometidas.

Son muchos los problemas que agobian a la sociedad dominicana: la delincuencia, la violencia, la pobreza, la exclusión, entre otras. Pensamos que estos problemas sociales deben ser corregidos de manera colectiva, lo cual es correcto. Sin embargo, esto no significa que en la limitada esfera de nuestras vidas privadas no hagamos un esfuerzo por mejorar las cosas. La sociedad ganaría si tratáramos a los demás con respeto a su dignidad, con tolerancia a nuestras diferencias.

Además, no debemos olvidar que muchas de nuestras decisiones pueden impactar a bastante gente de nuestro entorno. Estamos convencidos de que la solidaridad debe comenzar por aquellos que nos rodean y cuyas vidas nos impactan. Si estamos en condiciones de dar un empleo, que debemos hacer: otorgárselo al que más barato esté dispuesto hacerlo, o a un joven dominicano que ganaría disciplina y auto-estima al sentirse como una persona productiva. Sorprende lo mucho que nos quejamos del auge de la delincuencia, gran parte de ella practicada por jóvenes que la sociedad y sus familias han relegado a una vida de frustración y violencia. Basta para probar la exclusión en que viven, el conocer los apodos que los denominan. Y sin embargo, que poco esfuerzo hacemos a nivel privado para proporcionar un primer trabajo a jóvenes dominicanos.

Hay otra práctica que nos choca y que se ha generalizado: el contratar ilegales para cuidar edificios de clase media, un tipo de trabajo que no conlleva un exagerado esfuerzo físico. Sin embargo, nos olvidamos de muchos dominicanos que tienen a su edad un futuro incierto, y que bien podrían ganar un grado se seguridad económica y tranquilidad haciendo esos trabajos.

En este nuevo año, en este nuevo ciclo que comienza deberíamos darnos el propósito de ser más solidarios hacia los nuestros. Si actuamos de esa manera nosotros como personas y la sociedad en su conjunto ganaríamos. De lo contrario, nada bueno nos puede resultar de ser indiferentes al destino y bienestar de nuestros propios conciudadanos.

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