La respuesta es positiva y así lo confirman la estadística de instituciones dedicadas a proteger la niñez a nivel mundial y las reiteradas denuncias localizadas en la República Dominicana, como situación particular.

En efecto, los niños y las niñas debes ser celosamente protegidos en el hogar y “protegidos”, justamente, del tío “consecuente”, del primito alegre y así mismo del amigo y de la amiga que gozan de la confianza de la casa.

Y hasta del profesor o profesora, empleados, y lamentablemente hasta familiares y muy allegados a la familia, todos. Y en especial conversaciones, bb, la red, etc.

Ni la familiaridad ni la amistad son garantía de seguridad moral para salvar la inocencia ante la simulación de los aberrados que suelen fatalizar al hermoso proyecto biológico de la niñez.

Y hay una edad entre 11 y 15 en que son “especialmente apetecible” para estos degenerados.

Este aspecto, al menos, debe ser controlado por los padres y las madres, porque estamos más cercanos de las víctimas potenciales o de quienes aprovechan el “crédito” del cual disfrutan en el hogar que les ofrecen sinceridad y valimiento.

Aunque los adolescentes ahora (antes no pasaba) invocan el derecho a la privacidad que tienen, nunca los padres deberán bajar la guardia ante estos depredadores.

Los padres y las madres que hacemos especiales esfuerzos por proteger a nuestros hijos, sufrimos diariamente las tragedias que se manifiestan en el seno de otras familias.

La niñez es ternura e indefensión y del cuidado de los adultos, y particulares, depende el desarrollo de su felicidad, que, en cualquier caso, pudiéramos evitar la frustración de la inocente vida de las niñas y de los niños.

Desde luego, el violador está en todas partes y por tal razón es que resulta tan difícil proteger a la niñez y a los adultos, hembras y varones, que tampoco escapan a los efectos de estos extravíos o desviaciones abominables.

Creo que una forma efectiva de cuidar es también (en el caso de que se haya recibido agresión) es haciendo la denuncia a las autoridades y de ser posible de manera pública (medios de comunicación) aunque sea triste, vergonzoso, como quiera ya el daño está hecho.

El hogar, la calle y hasta en ciertos lugares de trabajo aparece la violación como espectro desgraciado de este mundo cada vez más sedimentado y descompuesto.

Estos degenerados están en todas partes.

¿Qué hacer? En principio enfrentar con paciencia, pero con furor este género delincuencial y demandar que las autoridades incrementen al máximo la severidad en el castigo que merecen los violadores.

Nunca olvidar, sin embargo, que el violador más recurrente está en las casas de ustedes, señoras y señores, deben dedicar más tiempo a observar a los hijos y a las hijas expuestos a sufrir las fatales consecuencias de la violación.

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