Dos médicos imaginarios realizaban una irreal investigación clínica, acerca del cerebro del criollo y tuvieron la gran suerte de encontrar un ejemplar intacto y casi sin uso, de un “delivery” que recién había fallecido en un fatal accidente. Los daños, múltiples, fueron consecuencias de la usual temeridad de dicha ocupación y habían terminado con la vida del laborioso y activo “encargado del reparto de mercancías diversas” de un colmado cualquiera. Los asombrosos descubrimientos habían abierto un mundo a nuestros inexistentes y curiosos galenos, al encontrar un complejo neuronal de confusos enlaces entre los dos hemisferios, así como una maraña de “cables nerviosos en cortocircuito” quizás responsables del imprudente manejo de un subgénero del “motorita común” y eficiente “entregador a domicilio” desde lo insignificante a lo vital. Enérgico nuestro personaje es capaz de subir 5 pisos con dos garrafones de agua encima, gritar: “colmaaado”, sin jadear y dispararse hacia su burro motorizado, sin recibir ni “gracias” y mucho menos propina. Nuestro personaje “cabalga” en una moto veloz y probablemente ruidosa, “arrecotao” en el sillín, con desparpajo como si lo hiciera en las árganas de un jumento cualquiera. Chancletas y gorra (jamás un casco) y a veces un abrigo con capucha, completan su indumentaria. Concluyen nuestros “investigadores” que ese comportamiento particular responde a un “desajute” entre el hipocampo y el cerebelo y el “deguañangue” de la hipofisis, que le hace percibir las vías de tránsito vehicular “atravesá” y eso lo lleva a andar siempre en vía contraria. El “calibrar” la motocicleta haciendo “wilin” se produce de una descarga adrenalínica, consecuencia de una contentura súbita y un efecto eléctrica de sobre voltaje en el bulbo raquídeo. La motocicleta eléctrica ocasiona frustración mayor, provocando callosidades en la médula, por no poder calibrarla. Zonas de la corteza cerebral encontradas aún con el plástico original, pudieran ser explicación para esos cambios de dirección inexplicables y la colocación peligrosa delante de un vehículo mayor, en movimiento. Las neuronas pasadas de contento son las responsables del uso desmesurado de bocinas de todo tipo, aun en la ejecución de sus piruetas de circo. La aparición de una severa disminución del lóbulo frontal pudiera ser causa de la capacidad de nuestro personaje, el delivery, para mimetizarse con el ambiente y aparecer como caído del cielo entre vehículos en marcha. El lóbulo occipital, prácticamente con ausencia de neuronas, define el que la percepción de los semáforos de que siempre “alusan” en verde y como por dondequiera caben aún con el canasto que llevan a la espalda, y “primero yo”, como todo buen “motorita”, es sorprendente como han desarrollado la capacidad de salir airosos en esos trances vehiculares. La investigación concluye con interesantes descubrimientos neurológicos que llevan a nuestros médicos a identificar una diferenciada “familia” del “motorita”criollo..

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