¿De qué y cómo vive una política o un político honesto que no tenga suficiente fuente privada de ingreso? Si está en el gobierno podría vivir de un relativo buen salario y solo un buen salario de acuerdo a su capacidad. Si no está en el gobierno o su partido ya no ocupa la dirección del Estado, su situación puede ser muy difícil. Además de que la política para que sea efectiva y por tanto exitosa ha de ser una actividad de tiempo completo.
El desarrollo por lo visto y ya ampliamente conocido requiere que un grupo de personas se pongan al frente del Estado para impulsar las acciones apropiadas para el avance de la sociedad en cada nación. Esas personas tienen su origen generalmente en una organización política que le propone a la sociedad asumir la conducción del Estado a partir de una oferta programática, declara de qué manera dirigiría para lograr las metas que se propone.

El financiamiento de los partidos políticos y la estricta regulación de cualquier otra forma de financiamiento como una transparente contribución de las y los ciudadanos que pueden ser de reducidos montos pero de gran número de contribuyentes, se han ido estableciendo como las vías apropiadas y correctas.

De los aspectos que más han tenido efecto en los políticos y que ha sido motivo para sometimiento, encausamiento y cárcel en el mundo y ya muy claramente expresado en América Latina, están asociados a recibir dinero para sus campañas de fuentes o de procedimientos no previstos por las leyes o que tienen un oscuro origen, generalmente vinculado a formas de delincuencia.

Está claro que no hay muchas personas dispuestas a invertir sincera y honestamente de sus recursos económicos obtenidos en buena lid para contribuir con el triunfo de determinada organización política. Generalmente de lo que se trata es de “inversiones” deshonestas de una gran rentabilidad posterior a la victoria electoral.

Se puede afirmar que la mayoría de las personas tiene una intención sana, lo cual se ha demostrado a través de toda la historia de la humanidad. Se demuestra, además, que las decisiones respecto a la conducción del Estado cuando son tomadas por la mayoría de sus ciudadanas y ciudadanos es una real garantía de progreso y de ahí el valor tan probado de una auténtica democracia.

Procurar que las personas de bien, con verdadera vocación de servicio, capacitadas e interesadas en hacer vida política puedan ser financiadas en esa tan importante labor, sería una real, auténtica y muy efectiva contribución al desarrollo humano, al margen de hipocresías y engaños.

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