El diez de mayo de 1998 se registró el fallecimiento de José Francisco Peña Gómez el más grande líder político de masas de República Dominicana.
Su muerte ocurrió justamente seis días antes de las elecciones congresuales y municipales de ese año…¡un acontecimiento luctuoso que conmovió a toda la sociedad dominicana!

En las anteriores nueve entregas de este trabajo, aunque creo que me quedé corto, ofrezco amplios detalles de su larga trayectoria política y de las relaciones internacionales que lo convirtieron como uno de los grandes líderes de la democracia en todo el orbe.

Entre los cargos ocupados en entidades políticas (democráticas) fuera de su lar nativo, citemos los siguientes: Presidente de la Internacional Socialista para América Latina; vicepresidente de la misma organización a nivel mundial; vicepresidente de la Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina (COPPAL); vicepresidente de la Asociación Latinoamericana para la Defensa de los Derechos Humanos; miembro del Consejo Directivo del Instituto Latinoamericano de Estudios Políticos, Económicos y Sociales, así como miembro del Diálogo Interamericano.

Anotar este punto: Leonel Fernández, adversario político de Peña Gómez, siempre reconoció la lucha que por la democracia desplegó el capaz y tenaz dirigente del PRD.

Horas después de morir Peña Gómez, el entonces Presidente de la República (período 1996-2000), declaró tres días de duelo a la memoria de quien fuera su rival en aquellas “raras” elecciones de 1996 y que ganó con el apoyo del caudillo y marrullero Joaquín Balaguer.

Fernández, además -el detalle me lo recordó el reputado periodista y escritor Luis Beiro-, donó un millón de dólares para que el cineasta Agliberto Meléndez produjera una película sobre la vida política de Peña Gómez. ¡Alta nobleza del joven estadista!
Resaltar también que su médico de cabecera, Rafael Lantigua, hizo ingentes esfuerzos científicos para salvarle la vida.

En su modesta vivienda de Cambita, Garabito (San Cristóbal), se despidió de varios amigos periodistas, entre ellos nos encontrábamos Dania Goris, Pía Rodríguez, Félix Melo y quien escribe.

Sentado en una mecedora, con una sonrisa que dejaba ver su candidez de hombre bueno y solidario, nos dijo: “Me alegro que estén aquí juntos a mí. Ya estoy en las últimas. Les agradezco que hayan venido a verme”.

En el clímax, subrayo que nunca guardó rencor ni siquiera contra sus más enconados enemigos políticos. Fue a la televisión y terminó su breve intervención con estas palabras: “A mis enemigos, yo los perdono…yo los perdono”.

Concluyo con esta interjección: ¡Loor perenne a José Francisco Peña Gómez, singular paradigma de la democracia continental!

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