Extranjeros y dominicanos conocidos residentes en el exterior, suelen preguntarme cada cierto tiempo, con curiosidad los primeros y con angustia los segundos, qué podría esperarse del proceso electoral, si será violento o si la oposición recuperará el gobierno. Cuando me formulan este tipo de inquietud, suelo recordarles que no soy adivino por lo que no puedo leer el futuro ni anticiparme a los hechos, y menos a tres años del proceso.
Y al igual como ocurre en una partida de ajedrez, las posibilidades de los jugadores, en este caso políticos, se analizan a partir de la posición de sus fichas, no en base a especulaciones respecto a lo que hará uno o piensa hacer el otro.
Sobre esa base, aún es prematuro hacer predicciones porque todo dependerá de cómo operen los procesos de reconciliación en la oposición, e incluso en el ámbito oficialista, donde los disgustos pueden jugar un papel determinante, principalmente cuando quede definido el cuadro electoral, con la elección del candidato del partido gobernante y los de oposición, por lo que habría que esperar a octubre del 2027.
El hecho es que los factores que aún quedan por definir son fundamentales, sin los cuales resulta muy especulativo entrar en el campo de las especulaciones o los pronósticos. Y como el jefe del Estado no tiene posibilidad alguna, según la Constitución, de aspirar a un tercer periodo, eso deja un amplio campo de competencia en la esfera oficial con la natural posibilidad de quiebra de la unidad partidaria.
De todas maneras, la experiencia de una larga práctica democrática seguirá siendo el mecanismo más idóneo de defensa de la institucionalidad nacional y garantía de nuestra rica y saludable tranquilidad social y política.