Para el 9 de octubre de 2020, habían transcurrido menos de dos meses que el presidente Luis Abinader había asumido las riendas del Estado. Esa fecha fue la primera vez que el recién estrenado jefe de Estado tuvo que retirar una iniciativa. Se trató del proyecto de presupuesto de 2021, porque incluía aumento de varios impuestos.

Las críticas lo hicieron retroceder. La ciudadanía entendió al gobierno de reciente estreno. La segunda vez que el presidente echó para atrás ocurrió casi un año más tarde. Todos los funcionarios del Gobierno como el ministro administrativo de la Presidencia, José Ignacio Paliza y el ministro de Economía, Miguel Ceara Hatton, hablaban de una reforma fiscal inminente. En octubre de 2021, en un discurso, Abinader anunció que ese proyecto no se sometería.

Luego, el 31 de enero de 2022, retiró el fideicomiso para la administración de Punta Catalina. A este le siguió el proyecto de ciberseguridad tras una avalancha de críticas. En febrero pasado retiró el proyecto de Trata por la presión social. Este año el proyecto de ley de Tasa Cero para la importación de productos, luego de la queja de la oposición y sectores agropecuarios.

A eso se suma el fracaso de anuncios grandilocuentes como la resolución para regular el trabajo doméstico y el programa de entrega de medicamentos gratuitos para hipertensos y diabéticos. El error en el enfoque en el conflicto de la construcción del canal sobre el Masacre que desarrolla Haití.

“Me critican mucho porque hacemos consultas y a veces nos convencen de cosas que hemos decidido. Bueno, pues que me sigan criticando, porque yo voy a seguir consultando”, expresó el presidente cuando anunció que no sometería una reforma fiscal. Para ese entonces, el PRM tenía poco más de un año gobernando, pero a 7 meses de concluir el periodo, siguen los mismos errores que cuando ese partido tenía 2 meses gobernando.

Las consultas se hacen antes de tomar las decisiones, no después. Lo que parece es que no se hace la tarea previa. También podría ser que se tiene mucha fe en el marketing y el poder del Estado. El Gobierno pierde legitimidad y eso es malo para gobernantes y gobernados.

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