Las tendencias en Twitter se han convertido en los nuevos escenarios que le quitan el sueño a la mayoría de los políticos. A propósito, las tendencias, como casi todo lo de las redes, son pasajeras, fuera de hacerle pasar un mal momento a alguien, pasan sin pena ni gloria. Pero históricamente hay una tendencia que no falla, se trata del fracaso de las campañas sucias, nunca dan resultados, esa tendencia sepulta políticamente a quien las promueve.
En las últimas semanas varios políticos de oposición han estado en tendencia en Twitter, la red de los debates, con calificativos despectivos que afectan la dignidad de las personas, su honor y buen nombre. Como hay varias figuras del litoral adverso al gobierno que son víctimas de esas tendencias, se ha asumido que provienen de sectores del partido en el poder.

Ojalá que la creencia de que es una estrategia que se financia y empuja desde el poder, no sea cierta. Pues sería equivalente a mezquindades que se cometieron desde el poder en tiempos recientes y que la sociedad rechazó y castigó en las urnas. Por ejemplo, fue una mezquindad hacer una campaña al hoy presidente de la República para enlodar su imagen vinculándola con actos del crimen organizado.

Ese hecho sirve de prueba de que las campañas sucias no dan resultados, no hay mezquindad capaz de doblegar la voluntad de la gente, al revés, quien intenta hacerlo con falacias, radicaliza a la población y termina cosechando rechazo.

Moderación

Así como la campaña sucia es un fracaso casi seguro, el éxito de proyectos en base a propuestas y estrategias bien definidas, es un boleto casi seguro de éxito. Claro está, las variables que intervienen para concretar un proyecto político electoral, van desde una buena candidatura, estructura partidaria fuerte hasta coyunturas favorables.

En el actual contexto político, económico y social, no está del todo claro quién podría resultar favorecido, pues los factores imponderables, especialmente desde el extranjero, están de moda y el día más claro llueve. Conviene la moderación, pues el reto del poder no es solo subir, también es cómo bajar.

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