Cuando en los años 80, fui a Washington D.C, semiexilado por el intento de la voladura de mi vehículo, por elementos vinculados al DNI de ese momento. Me tocó la oportunidad de trabajar como encargado de Asuntos del Caribe de la Oficina de América Latina en Washington (WOLA), desde esa posición pude visitar todo el Caribe, en sus tres versiones: Caribe inglés, Caribe francés y el Caribe español, comprendí la complejidad geopolítica, cultural, social y comercial de la zona.
Después de varias visitas muy puntuales a cada uno de estos rincones y de encuentros formales e informales con personalidades, instituciones civiles, políticas, académicas y personas comunes pude darme cuenta del extraordinario papel que tiene la República Dominicana en ese escenario, no solo por su privilegiada posición geográfica, sino por su capacidad productiva en sentido general.
La República Dominicana sobresale en producción agrícola por encima de países del Caribe, sin lugar a ninguna duda. La agricultura dominicana es líder en producción de alimentos en comparación a otras islas del área. Y hablo de producción agrícola, aunque tenemos una excelente producción ganadera, lechera y avícola. La producción nacional de plátanos, yuca, batata, yautía blanca, ñame, papa, cebolla, habichuela, guandules secos, tomates, arroz, pollos y huevos, (aunque no podemos mencionar el café, por aquella crisis , que nos ha obligado a importar café desde el Vietnam, con esta excepción) la producción nacional de estos rubros puede con cierto impulso llegar hasta los consumidores de Jamaica, Bahamas, Anguilla, Antigua y Barbuda, Barbados, Granada, Guyana, Montserrat, Saint Kitts y Nevis, Santa Lucía, Saint Vincent y las Granadinas, Surinam, Trinidad y Tobago, Islas Turcas y Caicos, casi todas ellas agrupadas en el Caricom desde 1973.
Nadie dice que es fácil la tarea de abrir esos mercados, sobre todo por razones políticas, ya que las comerciales y de mercado, están definidas en el mundo de hoy, superando las ideologías y los reparos fuera de toda lógica actual. La producción de alimentos de esas islas es escasa en comparación a República Dominicana, en algunos lugares un plátano verde se vende hasta tres dólares, o sea cuesta RD$175.00 la unidad, la importación de alimentos en gran escala desde los productores en Norteamérica o en la Unión Europea, encarece los precios y los eleva a los consumidores caribeños, lo que no ocurriría con los productos dominicanos, ya que los recibirán a más bajos precios , más frescos, más rápido y con garantía de abastecimiento sostenidos, y de comprobada calidad.
Es obvio, que hay que revisar la logística de los productores nacionales, los mercados se conquistaron con agresividad comercial, sentido de la buena competencia, la calidad que se ofrece y sobre todo hacer de esa actividad comercial una rutina positiva y constante. El llamado Plan de Promoción Comercial 2021, elaborado por el Ministerio de Relaciones Exteriores de la República Dominicana y el Centro de Exportación e Inversión (Pro Dominicana) es una excelente plataforma para comenzar. Me gustaría leer, si ya se ha iniciado esa ofensiva de la República Dominicana, viendo las nuevas rutas aéreas y marítimas abiertas hacia esos destinos de manera efectiva. En la cual un productor de habichuela de San Juan de la Maguana pueda estar tranquilo, porque su producto tiene garantizado un puerto de llegada en algún lugar del Caribe.
En pocas palabras, debemos vincular nuestra producción agrícola a la exportación hacia mercados de nuestros vecinos inmediatos, cuyas necesidades de alimentos podemos suplir, los productores nacionales deben pasar de las palabras a los hechos. Si hacemos llegar nuestros productos a esos mercados, nuestra agricultura crecería por la demanda. En el Caribe, no tenemos que promocionar el turismo, sino nuestra agricultura. así de sencillo.