Es imposible diseñar programas para la erradicación de la pobreza, cuando no se cuenta con una metodología que permita cuantificar con meridiana claridad el total de familias y personas que no cuentan con los recursos suficientes para sobrevivir.

Para el diseño de políticas públicas es fundamental contar con valores monetarios de las líneas de indigencia y pobreza, pero se requiere que estas reflejen con fiabilidad el costo real de los bienes y servicios alimentarios y no alimentarios que necesitan las personas para alcanzar un nivel de vida digno.

Por ello, resulta inaceptable asumir las cifras de pobreza difundidas recientemente por el MEPyD a partir de la nueva metodología para la medición de la pobreza monetaria 2022. Nos informan que utilizaron la estructura de consumo reportada en la Encuesta de Gastos e Ingresos de los Hogares realizada por el Banco Central de la República Dominicana en 2018 (ENGIH 2018), así como los precios unitarios pagados por las familias en ese año en distintos bienes y servicios.

No obstante, aceptar los nuevos valores de las líneas de indigencia y de pobreza significaría desconocer el alarmante aumento reportado en el costo de vida por el IPC entre 2018 y 2022, el cual se incrementó 24.45%. Sería irresponsable ignorar los reclamos que día a día hacen cientos de miles de hogares reiterando que no cuentan con recursos suficientes para satisfacer la alimentación de sus familias. Tendríamos que desconocer que sus ingresos no les alcanzan para llegar a fin de mes.

Ahora se entiende por qué el Gobierno se ha dedicado a cambiarles de nombre a los programas diseñados en el pasado, y a dar palos a ciegas en el diseño de las políticas sociales para la superación de la pobreza. No saben por dónde empezar. No saben a ciencia cierta cuántos pobres existen en el país.

Las cuentas simplemente no les cuadran. De acuerdo con el MEPyD, en el 2022, solo el 3.8% de personas se ubicaron en extrema pobreza, en tanto que el 23.9% de los dominicanos presentaban condiciones de pobreza moderada, lo que significa que el 27.7% de la población del país afrontaba alguna situación de pobreza.

Si estas cifras fueran ciertas, cómo se explica que en el Informe de Seguimiento del periodo enero-junio de 2022 del programa Supérate (antes Solidaridad) se afirme, con orgullo, que 1,350,000 familias, que representan 4.7 millones de personas, reciben transferencias monetarias condicionadas.

Esta afirmación significa que casi el 45% de la población depende de los recursos del gobierno para subsistir. No se dan cuenta de las contradicciones que se generan entre las ayudas monetarias que dicen que entregan, y las cifras oficiales de pobreza que han difundido recientemente. Ni ellos mismo se creen su propio relato.

El mismo informe afirma que 1,286,056 familias reciben transferencias monetarias por su participación en el programa Aliméntate (antes Comer es Primero), lo cual significa que 4.4 millones de personas dependen de las ayudas estatales para alimentarse. Si efectivamente esas son las cifras oficiales, cómo se explica que el 3.8% de la población se ubique en extrema pobreza, y al mismo tiempo se reconozca que el 42% de la población no cuenta con ingresos suficientes para adquirir la canasta básica alimentaria), y por lo tanto depende de las transferencias sociales para alimentarse.

El informe del MEPyD también afirma que en las zonas urbanas el 3.6% de las personas se concentran en la pobreza extrema. No obstante, Supérate afirma que en el Distrito Nacional se benefician 102,866 familias con el programa Aliméntate. No se entiende cómo es posible que la pobreza extrema sea tan baja en las zonas urbanas del país, si los reportes oficiales admiten que, solo en el Distrito Nacional (368,104 personas), los beneficiarios representen el 3.5% de la población de la República Dominicana.

Como no se dan cuenta de sus múltiples contradicciones, las cifras del MEPyD revelan que el 72.3% de los dominicanos y dominicanas, alrededor de 7.6 millones, dispone de ingresos suficientes para vivir y no requieren de ningún apoyo del estado. Es decir, se ubican fuera de la pobreza.

Si la realidad fuera como ellos la imaginan debieran explicar al país porqué el programa Supérate beneficia a 45 de cada 100 personas. Asimismo, debieran aclarar, si la pobreza extrema es tan baja como dicen, por qué, cada vez que el presidente Abinader habla a la Nación no vacila en afirmar que su gobierno es el que más subsidios sociales ha entregado en la historia del país.

No se han dado cuenta de que han caído en su propia trampa. Aún no lo saben, pero se han convertido en rehenes de sus propias ilusiones. Su desconocimiento de la realidad en la que vive el pueblo los hace tropezarse constantemente con sus propias mentiras. Y ese pueblo engañado hablará en el 2024.

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