Los fondos de pensiones y la crisis

La crisis económica que deriva de la crisis sanitaria que estamos viviendo está siendo dura y global. Pero en mi opinión, a diferencia de otras crisis

Sobre el autor:

Dr. Diego Valero, Presidente de Novaster. Doctor en Economía y Actuario, Profesor de la Universidad de Barcelona y  Profesor y Director Académico del London School of Economics- Global Pensions Programme. Profesor de Economía en International Montessori School. Asesor de organismos multilaterales y del Parlamento español en materia de pensiones. Autor de varios libros y de más de un centenar de artículos. Ha traducido el libro de Peter Diamond (Premio Nobel de Economía 2010) y Nicholas Barr Pension reform. Experto en pensiones, es profundo conocedor del sistema dominicano de pensiones

La crisis económica que deriva de la crisis sanitaria que estamos viviendo está siendo dura y global. Pero en mi opinión, a diferencia de otras crisis que hemos sufrido, será corta y tendrá una recuperación más rápida que cualquier otra crisis. Anteriores, como la Gran Recesión, fueron endógenas, es decir, creadas por los propios sistemas e instituciones económicas, que estaban dañados (en no pocos casos por incompetencia de unos y avaricia desmedida de otros). Esta crisis no es así, es producto de un accidente global que nos ha obligado a parar el mundo. Es claro que cuanto más tiempo esté detenida la economía más costará reactivarla, pero sucederá. Y de lo que se trata especialmente es que durante la crisis tengamos la ayuda suficiente para sobrevivirla, para que las empresas no destruyan empleo, y que la población pueda salir adelante.

Y si bien es cierto que las medidas tomadas por los gobiernos mundiales, en lo que respecta a la crisis sanitaria han sido dispares y vacilantes, seguramente por desconocimiento y falta de preparación, con la crisis económica las medidas están siendo mucho más claras y contundentes: grandes cantidades de dinero insufladas en la economía a través de financiación barata a las empresas para que puedan mantener el empleo durante el parón que supone la pandemia, ayuda directa a familias necesitadas, aumento del gasto sanitario y preparación para la recuperación (y quien mejor lo está haciendo, facilitando la transición a una economía verde, sostenible). Y esto lo están haciendo los gobiernos de todos los países, con el apoyo de los bancos centrales y de organismos multilaterales, fundamentalmente.

En la República Dominicana hay otra corriente, diferente, que probablemente de forma ingenua está reclamando usar el ahorro de los fondos de pensiones para sufragar la crisis. Llevo tiempo pulsando la opinión de muchos dominicanos, y puedo constatar el enfado de algunos de ellos con lo que generalmente se llama “el tema de las pensiones”. Y entiendo ese enfado cuando, por ejemplo, hay personas que cotizaron durante muchos años al IDSS, el antiguo sistema de pensiones, y se encuentran ahora que esa plata ya no está, y que lo que han cotizado al nuevo sistema de pensiones, que sí existe, es poco para poder pensionarse.

Pero lo que querría explicar es que son tristes consecuencias de un sistema nefasto que duró hasta el año 2003, que entró en vigencia la nueva ley y los fondos de pensiones, en los cuales el dinero sí existe y es propiedad de los cotizantes. El sistema anterior solo pagaba pensiones a cotizantes por debajo de 4,000 pesos, y si superabas ese salario perdías todo lo aportado, de forma que, cuando comenzó el nuevo sistema de fondos de pensiones, solo el 12% de la población tenía una pensión del IDSS, y era bajísima. Eso se pretendió corregir con la ley que aprobaba los fondos de pensiones, con la idea de que se pudiera generar un ahorro real, al margen de instituciones públicas y de propiedad totalmente de los cotizantes, para que se pudiera invertir, lograr rentabilidad y obtener pensiones suficientes para vivir en el retiro.

Esta nueva ley tiene fallas, por supuesto, que se han podido ver en los últimos 17 años, pero cuando se aprobó era una ley modelo en América Latina y Caribe. El gran problema es que ningún gobierno desarrolló varios puntos críticos que sí estaban en la ley, como las pensiones mínimas, o la integración de los independientes, y que no se luchó suficiente contra el fraude (más del 60% de la población trabajadora dominicana no está afiliada, y de la afiliada, solo la mitad cotiza, y de los que cotizan, lo hacen durante la mitad del tiempo que deberían cotizar).

De lo que se trata ahora, en mi opinión, no es de dañar más el sistema de pensiones y que vuelva a ser parecido al del siglo pasado, sino de corregir sus fallas. A las personas que cotizaron al antiguo IDSS y que ahora se encuentran con que sus ahorros en el nuevo sistema son escasos (y eso pese a la alta rentabilidad de los fondos de pensiones dominicanos, la mayor de América Latina) para obtener una pensión, se les debe ayudar con pensiones solidarias que complementen sus ahorros. La propia ley establece un mecanismo de recaudo de diversas fuentes para financiar estas pensiones, pero nunca se puso en marcha.

Sin embargo, en lugar de exigir que sean las instituciones del Estado las que cumplan con su deber patrio de ayudar a los que más sufren en esta pandemia, y de pedirles que cumplan también con lo que la propia ley de seguridad social establece, los voceros de la devolución de fondos piden que sean los trabajadores los que asuman los costos de esta crisis. Probablemente no han evaluado estos voceros que no sería más de un millón de personas los que podrían recibir algo de los fondos de pensiones, que además sería un monto exiguo (unos tres salarios mínimos), y que ese anticipo les podría suponer el equivalente a trabajar tres años más.

La población necesita ayuda para sobrevivir el tiempo que dure esta crisis, y lo que necesita son candidatos que se comprometan a liberar los fondos públicos necesarios para ello (que los hay) si llegan a gobernar, en lugar de usar la vía fácil y perjudicial para los trabajadores de decirles que usen los ahorros de su pensión para sobrellevar los meses que pueda durar la crisis

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