El 2023 ha sido un año que puede considerarse convulso por todas las complejidades que se han manifestado, que dieron un giro a los diferentes ámbitos estratégicos de distintos países, que debieron asumir los retos impuestos por las circunstancias.

En lo político, trascendieron la asunción a la presidencia de Brasil del socialista Lula da Silva; y del ultraderechista y polémico Javier Milei, en una Argentina abatida por una crisis económica de amplias dimensiones; mientras que el presidente electo de Guatemala, Bernardo Arévalo, es asediado por una persecución de parte de un sector de la justicia que se perfila como el principal obstáculo para que pueda asumir las riendas del país en la primera quincena del venidero enero.

Desde otra vertiente, se menciona la retaliación contra la oposición política en Nicaragua y Venezuela, esta última también inmersa en un diferendo con su vecina Guyana, con la que por igual disiente Surinam, por la zona rica en minerales del Esequibo.

De su lado, el salvadoreño Nayib Bukele apuesta por la reelección, apalancado en los logros alcanzados a partir de las cuestionadas medidas de seguridad ciudadana, que han logrado neutralizar la delincuencia organizada.

En otro contexto, se registraron impases en las relaciones bilaterales entre Canadá y la India; así como República Dominicana y Haití, en este último caso, debido a la dinámica cotidiana en la frontera entre ambos países.

En lo concerniente al aspecto social, se reseñan las protestas violentas en Francia contra la reforma a las pensiones y el asesinato del adolescente Nahel M, de manos de un policía; así como las manifestaciones contra la amnistía propuesta por el socialista presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, para mantenerse en el poder.

Por otro lado, los fenómenos atmosféricos han presentado comportamientos inusuales: sequías en regiones de España y Argentina, que este pasado fin de semana fue afectada por un vendaval cuyos daños se cuantifican; mientras que la República Dominicana vivió los dos extremos, a raíz de la falta de precipitaciones y luego la tormenta de noviembre, la cual dejó muchas pérdidas físicas y materiales.
En el plano económico, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) dio a conocer la desaceleración del Producto Interno Bruto (PIB) regional, y entre otras cosas, proyectó que la economía dominicana cerrará el 2023 con un crecimiento de 3.1 %.

En sentido general, las economías pugnan por mantenerse a flote tras los cambios impuestos por el Covid-19 y la coyuntura geopolítica internacional, que genera incertidumbre y la volatilidad de las materias primas de gran valor estratégico.

En lo atinente a la seguridad, se reseña la crisis migratoria en Italia y España, por la gran cantidad de ciudadanos africanos que vulneran las fronteras marítimas de esos países para acceder a Europa; mientras que Panamá está desbordado, por la ola de migrantes irregulares que cruzan la peligrosa selva del Darién para continuar una ruta que los lleva hasta México, con el propósito de llegar a los Estados Unidos.

La llegada de esos inmigrantes irregulares, sobre todo a Estados Unidos, ha disparado los niveles de inseguridad, a raíz del auge de la delincuencia común en las calles de New York, que se mantiene como el epicentro o principal punto de destino de esta ola migratoria.

Por último, se percibió un desgaste en la guerra ruso-ucraniana, al tomar mayor relevancia el conflicto bélico entre Israel y Palestina, que a su vez involucra a otras naciones de la región, luego del ataque terrorista del grupo Hamás.

Como se aprecia, en este año se suscitaron eventos que nos conminan a reflexionar sobre los cambios que están dando las sociedades a nivel global y como debemos prepararnos para asumir los retos que se derivan de estas acciones, sin dejar de lado el sentido humano y la esperanza en que las cosas puedan marchar mejor.

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