“Cualquiera puede ponerse furiosa… pero estar furioso con la persona correcta, en la intensidad correcta, en el momento correcto, por el motivo correcto, y de la forma correcta… eso no es fácil.” Aristóteles.

El descontrol emocional puede llevar a situaciones lamentables, pero luego de verlas en frío te das cuenta que las razones que las desataron eran sutiles y en realidad no se correspondían con la violencia desencadenada.

El control emocional es parte de la inteligencia emocional, definida por Solovey y Mayer como la capacidad o destreza del ser humano de aplicar la conciencia, de ser sensible para interpretar las señales que recibimos durante nuestras interacciones sociales, de darnos cuenta de aquellos sentimientos internos que nos mueven a obrar de una determinada manera.

No se trata de negar las emociones, sino de hacernos conscientes de ellas, aceptarlas y regularlas. Aprender a ponernos en el lugar del otro, mirándolo desde su contexto y necesidades al momento que vemos las nuestras.

Las emociones no son buenas ni malas, todo depende de la manera en que las experimentamos. Las emociones son adaptativas y cumplen una función. Así pues, la ira es una señal que envía nuestro cerebro para preparar nuestro cuerpo a tomar una acción que nos mueva a defendernos cuando sentimos peligro. Es el desborde de la misma lo que debemos regular para evitar situaciones dolorosas. En ese orden, recomendamos:

-Tomar conciencia o conectarse con ellas.

– Escuchar el cuerpo (si se acelera el corazón, sudan las manos, temblores, resequedad en la boca) son indicadores de que podría estallar.

-Revisa si la persona o situación con la que estás enfadado, es la real. Piensa, qué puedes hacer para no entregarle el poder de tus emociones.

-Respeta los sentimientos propios y los ajenos; reconoce cómo te sientes en el momento y oprime el botón de pare.

– Nombra la emoción que te afecta, por ejemplo, puedes decir: ahora siento ira; asúmela, no es el momento de pasar a una acción.

-Utiliza estrategias como salir del lugar, tomar agua, enfocarte en otra cosa, hacer respiración abdominal.

-Regula anticipadamente, visualiza la situación o estímulo que dispara tu emoción, piensa en alternativas que te permitan afrontarlas o evitarlas.

– Por último, realiza actividades creativas, medita, haz ejercicios al aire libre, práctica algún deporte.

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