Hasta nosotros han llegado, lo que son rumores, informaciones que indican la intención de presentar, junto con el Presupuesto General del Estado para el año 2024 un Proyecto de Reforma Tributaria que aumente el flujo de ingresos tributarios. Los informes que hemos recibido apuntan hacia miembros del equipo económico del presidente, que estarían presionando y apuetan por ese propósito.

Es importante observar que sería un gravísimo error político y estratégico por parte del Gobierno poner en la agenda nacional un tema tan sensible en medio de un proceso electoral, pues como sabemos, dentro de un año justamente el país realizará las elecciones nacionales para elegir las autoridades que gobernarán por cuatro años, hasta agosto del 2028.

Por demás, de acuerdo con informaciones oficiales, los indicadores fiscales del Gobierno señalan que el país se encuentra en sus mejores momentos, porque durante el primer trimestre del presente año el déficit fiscal fue apenas del 0.8% del PIB. Y que el Gobierno ha mejorado significativamente su posición de riesgo- país ante las más prestigiosas calificadoras de riesgo de los mercados financieros internacionales.

Un déficit fiscal menor del 1% del PIB es el resultado de un comportamiento favorable en las recaudaciones tributarias, que se han incrementado en más de un 12% durante los primeros meses del año con relación al 2022.

Si el Gobierno ha podido honrar sus compromisos de pago con los acreedores externos e internos, mejorando significativamente todos los indicadores de riesgo, interés, periodos de pagos, etc., de la deuda pública, por lo que se ha mejorado su grado de calificación en este indicador de sostenibilidad fiscal, nos preguntamos ¿por qué poner al Gobierno, en su último año, a discutir una reforma tributaria?

Es importante dejar claro en este artículo, como siempre lo he hecho, que el Gobierno no debe continuar comprometiendo el financiamiento de sus gastos con más préstamos, externos e internos. Somos conscientes de la necesidad de aumentar la llamada presión fiscal, es decir, que los ingresos fiscales como porcentaje del PIB, aumenten, porque por más de 10 años este indicador de la sostenibilidad fiscal se ha mantenido muy bajo, menos del 15% del PIB, cuando el promedio de la región es superior al 22% del PIB.

También es cierto que el país tiene un muy alto nivel de endeudamiento, más del 60% del PIB y que el servicio de la deuda supera el 25% del presupuesto público en cada año. Se paga más del 3% del PIB en intereses de la deuda pública, lo cual es una barbaridad. Pero no es una reforma tributaria lo que el país necesita, cuando llegue el momento de poner en agenda este tema.

Es una Reforma Fiscal Integral, que no solo modifique la carga tributaria que recae mayoritariamente en los sectores más pobres del país, porque tenemos una estructura tributaria que se sostiene de manera irracional en los impuestos indirectos. Lo que el país demanda requiere de una profunda revisión del sistema tributario, pero también de las muchas exenciones fiscales que se otorgan a sectores empresariales. Es urgente que el Gobierno se aboque a una profunda reforma en la estructura del gasto público. Debe mejorar la calidad y la eficiencia del gasto. El gasto social, que mejore la distribución del ingreso, que beneficie a los más necesitados, debe aumentar sustancialmente. Todo ello demanda de más recursos por parte del Gobierno.

Pero este no es el momento. El tiempo no es ahora. Lo que sí debe el Gobierno que surja de las elecciones del 2024 es iniciar de una vez el proceso de análisis, estudios y consensos hacia un Pacto Fiscal, que garantice un aumento en los niveles de recaudación de por lo menos 4 puntos porcentuales con respecto al PIB, que establezca las exenciones o subsidios que efectivamente requieran los sectores productivos nacionales, que los altos niveles de endeudamiento público disminuyan de manera sostenida, que la tributación se haga más simple y que se implementen sistemas efectivos de tributación para las micro y pequeñas empresas que operan actualmente en la informalidad, erosionando la fiscalidad con más evasión fiscal.

Termino con una humilde y responsable exhortación al presidente de la República, Luis Abinader. Urge parar estos rumores de que pronto esteremos en una nueva Reforma Tributaria. Su responsabilidad no es quedar bien solamente con el sector empresarial, es quedar bien con el pueblo, solventando sus necesidades. Debe ser una garantía sólida y real para que produzcan sus bienes con seguridad y calidad. Pero es con el pueblo que lo eligió mayoritariamente que usted tiene su mayor cuota de compromiso.

Ponerse en esa temeraria intención ahora, es improvisar, es llevar intranquilidad a la ciudadanía y es dar argumentos a quienes se oponen a su gobierno a tener argumentos para enlodar su gestión, que ha sabido enfrentar la crisis sanitaria, generar confianza, dar respuestas a las incertidumbres internacionales que complican cada vez más la geopolítica y altos niveles de inflación, dar ejemplo de credibilidad en que se puede gobernar combatiendo la corrupción, todos factores determinantes para que los sondeos y encuestas internacionales lo mantengan entre los mandatarios más populares para sus ciudadanos en todo el mundo. Sobre todo, porque le tocó asumir el Gobierno en una condición sin precedentes para el país y el hemisferio, marcada por la pandemia del Covid-19.

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