La biografía de políticos que han gestionado en el estado no es un género muy difundido en América Latina. En países como por ejemplo Estados Unidos, sobreabundan estas obras. Que muchas veces son más útiles que tratados teóricos para entender cómo ejecutar políticas públicas, como enfrentar la relación con los opositores a los cambios, los diferentes actores e intereses y la relación con el electorado y los medios.
Otto Granados escribió uno de esos raros libros en América Latina donde cuenta con una pluma exquisita la experiencia de su vida como político en México. Funcionario del presidente Carlos Salinas de Gortari, liderando la comunicación de procesos como la negociación del tratado de libre comercio con Estados Unidos y Canadá; gobernador del estado de Aguascalientes con menos de 40 años; Embajador en Chile en dos ocasiones, y su paso varias veces por la Secretaría de Educación, al comenzar su carrera política, y como Secretario los últimos años de la Presidencia de Pena Nieto. Todo combinado con una fascinante historia de las últimas décadas de México, que transcurrió por reformas liberales que abrieron México al mundo, rompieron estructuras corporativas, introdujeron mecanismo de mercado en casi todo los sectores económicos, y buscaron modernizar el estado, hasta un gobierno actual que parece representar todo lo contrario.
Otto lo cuenta como fue, sin culpas, sin buscar quedar bien con nadie, desenmascarando las hipocresías de grupos de interés y políticos populistas. Esto es especialmente interesante cuando se refiere a las transformación que hizo en educación. Viaje a la Memoria, Un recuento Personal es probablemente el mejor tratado sobre la política alrededor de la reforma educativa que se haya publicado en las última décadas. Mejor que nadie, Granados describe el detrás de escena que ha protagonizado como transformador, el doble discurso que predomina en el sector educativo, caracterizado principalmente por el sindicato de maestros, que en México es particularmente poderoso. Se aprende mucho sobre la implementación que hizo en Aguascalientes de la descentralización del sistema educativo que se dio en el país a comienzo de los años ‘90, como en toda América Latina. Y aun más de la reforma educativa que lo tuvo como protagonista durante la administración Peña Nieto, que buscaba principalmente “cambiar de raíz el sistema de ingreso a la carrera docente para que ahora estuviera basado en el mérito y la capacidad” y promover las evaluaciones de escuelas y maestros en todo el territorio.
Todo el libro se caracteriza por animarse a abordar lo políticamente incorrecto, algo poco frecuente en personas que se han dedicado mucho tiempo a la educación, y no tienen ya la valentía de confrontar por miedo de ofender al status-quo imperante. Los grupos imperantes que nunca quieren cambios que ayudarían a los alumnos, porque perjudicarían a los adultos que viven del sistema. Como sintetiza muy bien el autor “cuando se emprenden reformas de fondo que alteran ecosistemas complejos o afectan intereses creados, lo peor que se puede hacer es claudicar ante la posibilidad de conflicto”. Hace una muy buena descripción de cómo los gobiernos locales esquivan enfocarse en mejorar la educación, echando las culpas al estado nacional, realidad qué vemos en toda América Latina. Y deja claro cómo los políticos populistas, muchas veces apoyados por académicos y sociedad civil “relegan a los destinatarios finales y más importantes de una reforma educativa -los niños y jóvenes- y optan por coludirse con los gremios magisteriales”.
Granados se refiere también a temas poco debatidos en la política de la región, pero de suma importancia: lo simbólico “todos son símbolos en la liturgia de la política partidista”; o del ego, la cantidad de nuevos amigos o nuevas cualidades que tenía cada vez que alcanzaba un cargo “el poder es adictivo, desnuda como ninguna otra cosa el carácter y el temperamento, y sus distorsiones”. O las limitaciones de armar equipos para gobernar “con excepciones, no abunda la gente brillante que quiera trabajar para el gobierno, ya que se ha convertido en una actividad ingrata, mal pagada y poco reconocida”
A lo largo de todo el libro se perciben esas ganas de transformar, esos sueños del que cree que con trabajo, con esfuerzo, con una visión se puede contribuir a los destinos de su país. Otto resalta el ejercicio de la política como una profesión que ennoblece, y que debería ser más apreciada en nuestras sociedades. Es un libro que busca un legado, el compartir experiencias, fracasos y éxitos para aquellos más jóvenes que quieren dedicarse a la función pública, que tienen vocación de servicio.
¡Para los que se animan y tienen la valentía de buscar mejorar la educación en América Latina, no pueden dejar de leerlo!