Hace 60 años Palma Sola era teñida de sangre. Aquel paraje del municipio Las Matas de Farfán escenificaría probablemente la mayor matanza ocurrida en un solo día que la República Dominicana haya conocido.

Todas las condiciones estaban dadas. Eran los tiempos del Consejo de Estado que presidía Rafael Bonelly para la transición democrática; se habían celebrado las primeras elecciones presidenciales después de la Era de Trujillo y las iglesias estaban inmersas en una feroz campaña contra las prácticas «mágico-religiosas» que se desarrollaban al sur del país.

Y es que, entre 1961 y 1962, Palma Sola era el refugio de un movimiento religioso que veneraba a Olivorio Mateo o «Papá Liborio», un brujo y guerrillero que combatió la Primera Intervención Estadounidense en el país (1916-1924) y que, junto a su hijo, fue asesinado por los invasores en 1922.

Papá Liborio, guerrillero contra la Primera Intervención Estadounidense.

Olivorio Mateo era muy popular y su nombre, después de su muerte, se convertiría en una especie de ser divino para muchos lugareños de la región sur de la República Dominicana, sobre todo en la provincia San Juan.

Aquel movimiento era liderado por los hermanos Plinio y León Ventura de Rodríguez, mejor conocidos como «Los Mellizos», quienes se establecieron junto a miles de sus seguidores en Palma Sola, donde desarrollaron cultos y alabanzas en honor al mítico «Papá Liborio».

La matanza de Palma Sola.

Estas prácticas fueron criticadas por industriales, comerciantes y sobre todo, por las iglesias que veían en ese movimiento un foco de «hechizería y brujería», lo cual contradecía las tradiciones cristianas y conservadoras de la época.

Ante las decenas de denuncias que eran publicadas en los diarios del país por parte también de sectores políticos que señalaban al culto de «trujillista», lo cual nunca fue demostrado, así como las críticas que brotaban desde las distintas iglesias; el Estado dominicano no tuvo más remedio que recurrir a las fuerzas militares y policiales para intervenir en Palma Sola y desalojar a «Los Mellizos» junto a sus miles de seguidores.

El día de la masacre

Aquel 28 de diciembre de 1962, contingentes de soldados y oficiales liderados por el general Miguel Rodríguez Reyes llegaron a Palma Sola para desalojar a los miles de «liboristas». Entre esos efectivos también se encontraba un tal Francisco Alberto Caamaño Deñó, quien años después se convertiría en un héroe nacional.

General Miguel Rodríguez Reyes.

Lo que ocurrió después fue inimaginable. Hombres, mujeres y niños se encontraban en medio de una lluvia de balas que cobraría la vida de cientos de personas.

Las cifras varían; la oficial de ese momento fue de 42, pero ante lo absurdo, pronto se supo que ascendían a más de cien. Otros iban más lejos ya que los colocaban a casi 800; lo cierto es que nunca se sabrá el número exacto debido a que todos los cadáveres de hombres, mujeres y niños fueron enterrados en fosas comunes.

Nunca tampoco hubo una versión con credibilidad para detallar qué realmente desató aquella carnicería.

Las versiones oficialistas ventilaron en la época que las fuerzas gubernamentales fueron recibidas a disparos por parte de los «liboristas», lo que provocó un enfrentamiento entre ambos bandos.

Varios policias fueron heridos, entre ellos Caamaño Deñó; incluso, el comandante del contigente, el general Rodríguez Reyes, resultó muerto durante la matanza.

Cifra de muertos oscila en cientos; nadie se pone de acuerdo en los números.

Otras versiones relatan que las autoridades fueron con la disposición de aniquilar el movimiento desde el principio y no simplemente para desalojarlos, por lo que los feligreses decidieron defenderse.

Ambas versiones han sobrevivido a través de los años sin que se concrete el porqué de este sinsentido ya que ningún gobierno ha priorizado en desarchivar este trágico capitulo de la historia criminal dominicana sobre un verdadero asesinato en masa.

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