La sabiduría popular, la del pueblo llano, ese que habla sin muchas vueltas, sin dorar la píldora, aconseja que en pleitos entre grandes los chiquitos no deban meterse porque al final del camino, los gigantes se entienden y luego dejan a los chiquitos enganchados, mal parados, encharcados. Partiendo de esa recomendación popular, hay quienes se preguntan la razón que tuvo el presidente Luis Abinader para tomar partido en la lucha, más que de países, entre empresas chinas y estadounidenses, por el tema tecnológico. Lo mejor hubiera sido quedarse al margen de esa disputa. Pero como en política hay cosas invisibles, la intervención local en la lucha de esos titanes puede haber sido por una causa que la óptica popular lo columbra.

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