Rafael Leónidas Trujilllo Molina dirigió con manos duras nuestro país. Su régimen dictatorial que tuvo una estancia de casi 31 años colapsó el 30 de mayo de 1961.
La dictadura terminó gracias al ajusticiamiento de Trujillo Molina protagonizado por un grupo de hombres que logró, con su gestión patriótica, concretar el nacimiento de la democracia en República Dominicana.

El 20 de diciembre de 1962, tras un proceso de necesaria espera y que tuvo un gobierno llamado Triunvirato, fueron celebradas unas elecciones libres que permitieron la elección de un presidente constitucional. Esos comicios fueron ganados por el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) que tuvo como candidato a la Presidencia al profesor Juan Bosch.

Aunque el gobierno de Bosch, un auténtico demócrata, no pudo cumplir su mandato de cuatro años porque lo impidió el cruel Golpe de Estado del 25 de septiembre de 1963, la nación dominicana fundada por Juan Pablo Duarte, ya había trillado el camino de la democracia.

Al escribir las citadas líneas solo quiero recordar aquellos inolvidables acontecimientos que forman parte de la historia política nacional a los cuales les siguieron otros que fueron -sin ninguna pizca de dudas- mucho más dramáticos y que dieron al traste con el fenómeno político más sensacional que registra nuestra historia: La Revolución de Abril de 1965.

En base a esos recuerdos políticos, preciso que la historia política no tiene reversa y en esa línea hago esta ampliación: República Dominicana vive momentos políticos de “altas” convulsiones. ¡Y esperemos sus perspectivas electorales!

Quizás algunos dirigentes enquistados en partidos políticos, se preguntarían: pero, ¿cuáles convulsiones? ¿Habrá raras perspectivas electorales que puedan traer sorpresas?

Importante anotar que ya casi se va el año (2021) y se acerca el 2022. En 2022, y lo saben muy bien los propios dirigentes de las principales organizaciones políticas, será un año electoral. Aunque será después del primer semestre -mediados de julio- cuando el accionar político local, con claros ribetes electorales, se intensificará.

Comenzarán a definirse las corrientes políticas con miras a las elecciones presidenciales, congresuales y municipales del 2024. No entro en concretas (y definitorias) perspectivas electorales con visos triunfalistas o derrotistas.

El país vive momentos políticos convulsionados, confusos y quién sabe si meses antes de las elecciones se registren pactos de alianzas electorales que hasta podrían ocasionar “inconvenientes políticos” a quienes desde ya, muy a destiempo, se consideran ganadores (¿?) de la contienda comicial del 24.

Obviamente que un análisis al respecto -en esta misma tribuna- será publicado en su momento.

Posted in Opiniones

Más de opiniones

Más leídas de opiniones

Las Más leídas