Mostré hace unos días en un webinario la cantidad de cursos que he adquirido en la plataforma de Udemy, la mayor de cursos en línea del mundo. Me preguntó un participante la razón por la que sigo aprendiendo después de adulto. Imagino que no me quiso decir viejo.

Decía en mi ponencia que era importante para avanzar en la vida y ganar más dinero. Era el tema de la charla, fue la motivación que quería dejarles.

Siempre me llamó la atención cómo personas creían saberlo todo. Los padres de antes, los jefes, los que tenían algún puesto importante. Es que existía la creencia de que no saber algo es una debilidad. Y, en cierto nivel, la debilidad puede llevar a falta de autoridad, acaso.

Nada más falso. Ser ignorante es lo normal. No podemos saberlo todo, mucho menos en un mundo que evoluciona cada vez más rápido. Aprendí mucho de mis hijos, y cada vez que puedo lo sigo haciendo. También de niños, campesinos, albañiles, luminotécnicos, sonidistas, directores de programas, gurús, y otros.

Cuando veo que de algo ignoro es el primer paso para dejar de ser ignorante. Si me interesa el tema o me será de utilidad, comienzo a aprender.

Pero esto es una cuestión de mentalidad. En Japón hay una filosofía de vida, la de la mente de aprendiz: Shoshinsha.

Cuando veo alguien triunfando en lo que hago, me pregunto: ¿Qué sabe esa persona que yo puedo aprender?

Mientras que muchos comienzan a criticar para degradar su éxito y hasta le echan la culpa a la suerte de ese triunfador. ¿Será envidia?

No importa la edad, ya la ciencia demostró que las neuronas que tenemos los adultos mayores son suficientes y buenas para seguir aprendiendo. Se nos había mentalizado para pensar que ya no podemos aprender. Nada más equivocado, según la ciencia. En mi libro Click trato por extenso este tema.

El que no aprende desaprende. Toma cuatro minutos de tu día y aprende algo nuevo, sin importar tu edad: ¿Qué aprenderás hoy?

Posted in Opiniones

Más de opiniones

Más leídas de opiniones

Las Más leídas