Dos acontecimientos recientes han dado la impresión de que la comunidad internacional comienza a superar la inercia frente al colapso de Haití: la liberación de los 17 misioneros de Estados Unidos y Canadá que tenían cinco meses secuestrados en Haití y la reunión internacional denominada “Haití International Partners Meeting (Reunión Internacional de socios de Haití)”. Fue una iniciativa del gobierno de Estados Unidos con la participación de 90 representantes de 14 países y de diversas organizaciones internacionales en la que se abordaron, según lo informado por el Departamento de Estado, “los desafíos de seguridad, políticos y económicos para apoyar al pueblo haitiano”.

Esta reunión internacional fue dirigida por el subsecretario de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental, Brian Nichols, quien al finalizar este cónclave concedió una interesante rueda de prensa, en la que se explicó el alcance de la reunión y los acuerdos a los que se arribaron.

El primer resultado positivo de la reunión es que Estados Unidos ha asumido el liderazgo de la búsqueda de una solución a la crisis de Haití, involucrando a las autoridades de ese país, a República Dominicana y a otros actores internacionales. Sobre el rol de liderazgo que va a jugar EE. UU., el Subsecretario Brian precisó que establecerán un grupo de coordinación internacional para coordinar los trabajos de apoyo en tres áreas: seguridad, estabilidad política y asistencia económica.

En lo que concierne a la estabilidad política, llama la atención el nuevo enfoque en el que se reconocen los errores del pasado y se plantea la necesidad que en esta ocasión no habrá una solución política impuesta por la comunidad internacional, sino que se propiciará el consenso y diálogo político entre los diversos actores haitianos con la finalidad de lograr un “gobierno estable y democrático”.

En lo que respecta a la asistencia económica, en el encuentro se reconoció la urgencia de la crisis humanitaria y de las limitaciones económicas de Haití, por consiguiente se está trabajando en aumentar la cooperación internacional para ayudar en la mitigación de esta dramática situación que le agobia.

En el tema de seguridad, contrario a lo que muchos esperábamos, se descartó la posibilidad de que se lograra una fuerza de paz, bajo el capítulo VII de la carta de la ONU, que fuese autorizada por el Consejo de Seguridad. Las razones que ofreció el Subsecretario Brian es que Estados Unidos y sus aliados internacionales han llegado a la conclusión de que en Haití no existe un desafío militar sino policial, por consiguiente, desde esta perspectiva, lo que se requiere es aumentar la capacidad operativa de la Policía haitiana para combatir las pandillas.
En este sentido, se está plantenado fortalecer la Policía haitiana mediante una unidad táctica SWAT (por sus siglas en inglés: Special Weapons And Tactics) y una unidad antipandillas, las cuales recibirán financiamiento, equipamiento y entrenamiento de Estados Unidos y de otros actores de la comunidad internacional. Sin embargo, el Subsecretario Brian reconoció los desafíos de coordinación y la necesidad de precisar el alcance de este apoyo para poner en marcha este proyecto.

Algunos se muestran escépticos frente a este enfoque de tratar el problema de seguridad en Haití solamente como un tema policial, ya que tanto el equipamiento militar con que cuentan los pandilleros como la intención manifiesta que tienen de asumir el control del poder político reemplazando al gobierno, hace pensar que se está frente a un desafío de seguridad nacional que desborda el ámbito policial.

En lo que concierne a los motivos por los que Estados Unidos no ha llevado este tema al Consejo de Seguridad, varios analistas entienden que es debido a que tanto China como Rusia podrían vetar cualquier resolución sobre este tema.

Esto así, debido a que los múltiples conflictos que tienen Rusia y China con Estados Unidos, los ha llevado a rechazar cualquier acción que pueda interpretarse como una injerencia o intervención en los asuntos internos de los estados para evitar que estas acciones luego se reproduzcan en sus respectivas zonas de influencias. En adición, Haití tiene relación con Taiwán y no con China, lo que puede ser un incentivo adicional para el veto chino en el Consejo de Seguridad de la ONU.

Sin embargo, la ruptura de la inercia es un avance significativo ya que el mayor riesgo era que el problema Haití fuera dejado a los haitianos y a los dominicanos. El tiempo dirá si el enfoque de la seguridad en Haití como un problema policial es un acierto o no.
A la diplomacia dominicana ahora le queda el desafío de dar seguimiento a la implementación de los resultados de esta reunión internacional sobre Haití. Necesitamos contribuir a mantener a la comunidad internacional involucrada en la solución del tema haitiano ya que no existe ni debe existir una solución dominicana a este problema.

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