Aún en el contexto de la gran crisis de salud pública y económica que ha provocado la pandemia, nunca había sido tan evidente la necesidad de procurar un gran consenso, en un tema que puede condicionar la gestión eficiente del Estado dominicano y las perspectivas de progreso del país en los próximos 20 años. Se trata de una nueva reforma fiscal.
Las autoridades del Estado han informado que las discusiones y la búsqueda del consenso para la reforma fiscal se harán en el transcurso de este año y que la decisión definitiva al respecto será el próximo año, es decir en el 2022.

Ese enfoque es muy correcto pues es un tema que tiene múltiples implicaciones, una de las cuales es ponderar los efectos en los agentes económicos en cuanto a productividad y competitividad. Lo que equivale a decir que esa reforma fiscal no se traduzca en un desincentivo, entre otros, para el emprendimiento empresarial a los distintos niveles. Lo cual no es nada desdeñable tomando en cuenta el impresionante crecimiento económico que con el modelo vigente ha tenido el país por décadas, reconocido internacionalmente.

A partir de sólo dos indicadores se puede entender por el momento la trascendencia que para una mejor gestión del Estado han de tener los esfuerzos por una nueva reforma fiscal.

En primer lugar las recaudaciones del Estado son de las más bajas en toda América Latina y el Caribe. Se utiliza como referencia la proporción equivalente al Producto Interno Bruto-PIB- llamada presión fiscal o tributaria, y sucede que mientras en la región se estima un promedio próximo al 23% PIB, para la República Dominicana es de menos del 14%.

Lo anterior simplemente equivale a decir que el dominicano es de los Estados que menos recursos dispone para impulsar el desarrollo. El otro indicador es que los niveles de la deuda del país han llegado a un punto de altísimo riesgo, donde ya no es posible la magia que impida una verdadera hecatombe. En el más reciente informe de la Comisión Económica para América Latina-CEPAL- se reporta para cuatro países un nivel de deuda respecto al PIB de más del 70% entre los que está incluida la República Dominicana, y junto a Brasil es de sólo dos países que en 10 meses superaron en más de un 14% la tasa de la deuda.

Aún en estos aciagos momentos que vivimos la reforma fiscal es ya inaplazable. Es sino el principal, uno de los principales temas de la agenda nacional para este y el próximo año. Entendámoslo así, es realmente trascendente.

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