La propuesta de la exvicepresidenta de la República, Margarita Cedeño, sobre una cumbre entre los expresidentes Hipólito Mejía, Leonel Fernández, Danilo Medina y el actual presidente Luis Abinader, no debe entenderse como una suerte de suplantación institucional -obviando al Ministerio Público o a la Justicia en sentido general- sino como una iniciativa tendiente a construir puentes y consensos de cara a una realidad fáctica -gobernabilidad- y a una falencia sistémica-histórica-estructural -corrupción pública-privada- que no se reducirá a su mínima expresión si, como hemos sostenido otras veces, no se logra un gran pacto nacional multisectorial al respecto.

Por ello, y como abanderado convencido, fui de los que apoyaron -a contracorriente- la idea de reforma al Ministerio Público que hace un tiempo propuso el presidente Luis Abinader y que, por desgracia e intereses políticos coyunturales (más que otra cosa debatible), cayó en saco roto. Sin embargo, y bajo cualquier sospecha, esa propuesta tenía toda la validez y pertinencia, pues, por más que se diga, no tenemos un Ministerio Público independiente. Y si hay dudas al respecto, leer la memorable carta -descargo-histórico- de la actual procuradora, Miriam Germán Brito, dirigida a fiscales…

En consecuencia, el rechazo de la senadora Faride Raful -disminuida en su protagonismo parlamentario y simpatía ciudadana-electoral-, Participación Ciudadana -otrora partido de oposición- y la FNP -ultraderecha-trujillista- a la referida propuesta está sesgada y atrapada en la cultura de los “acuerdos de aposentos”, teoría de la conspiración fantasmagórica o subterfugios con que, no pocas veces, se enmascara-disfraza la socorrida y cacareada lucha contra la corrupción que deviene, casi siempre, en selectiva o show mediático. Con lo cual el país no gana -ni ha ganado- nada; y peor, no se cierran los recurrentes ciclos de retaliación política-judicial.

Y aunque la atmósfera política-electoral actual, de alguna forma, dificulta la viabilidad de la propuesta, no estaría de más que los expresidentes se reúnan, a puertas abiertas, y, por lo menos, envíen la señal-voluntad de que, independientemente de quién resulte ganador en los comicios del próximo año, han asumido un compromiso-país por la gobernabilidad democrática y la lucha sistemática e institucional contra la corrupción pública-privada que deberá parir un Ministerio Público realmente independiente y un zar anticorrupción autónomo….(que podría recaer, si lo aceptara, en el jurista, progresista y hombre público de incuestionable calidad profesional, ética y compromiso social, Ramón Antonio -Negro- Veras). Pero qué va, el inmediatismo político-electoral y el pasado trujillista-balaguerista siguen siendo la noria de nuestro subdesarrollo político-institucional. ¡Qué desgracia!

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