Se hace necesario revisar la actitud de los dominicanos hacia el problema que representa Haití. Por mucho tiempo, hemos vivido de espaldas a Haiti. Pensábamos, equivocadamente, que lo que allá ocurriera no nos concernía. El terremoto del 2010 demostró nuestra equivocación. Sin embargo, debemos hacer un esfuerzo serio por analizar la realidad de la sociedad haitiana, para actuar en consecuencia. Se hace necesario, pues, establecer un instituto en una universidad privada para obtener la mayor cantidad de información posible y organizarlas para formular políticas públicas. Informaciones de interés consisten en las tendencias de opinión; la estabilidad y violencia política; el medio ambiente y el problema del agua; la pobreza y la incidencia del hambre; y el tráfico de drogas y el crimen organizado, entre otras.

Un segundo error ha sido analizar la realidad de nuestros vecinos desde el prisma ideológico. Todas las ideologías son malas consejeras de políticas públicas, pues son ideas que pretenden gobernar la realidad, cuando debe ser todo lo contrario: del análisis de la realidad debemos pensar cómo actuar. De ahí, que cuando la mayoría de la población ha tomado conciencia de la compleja realidad que enfrentamos, los partidarios de la ideología de la “solidaridad” han quedado reducidos a una minoría.

Un tercer error consiste en reducir las relaciones a un asunto de mercado. Sin embargo, los seres humanos somos mucho mós que simple consumidores. El gran reto que tenemos los dominicanos es de formar ciudadanos. Y para ello tenemos que controlar la inmigración, pues una avalancha de gente paupérrima simplemente hace mucho más difícil construir una democracia, y una ciudadanía educada en sus derechos y deberes. Siendo así, debemos implementar un verdadero programa de control fronterizo y repatriación de inmigrantes. Esta política debe y deberá prevalecer sobre las presiones de índoles comerciales que podamos sufrir.

En adición a lo dicho anteriormente, proponemos el siguiente plan.

Primero, con la colaboración de organismos internacionales establecer en Haití una amplia zona de desarrollo económico, siguiendo el modelo chino. Estas zonas tendrían un estatuto impositivo, reglamentos laborales propios, etc.

Segundo, dichas zonas incentivarían las inversiones de empresas internacionales para la exportación a mercados de Norteamérica y Europa.

Tercero, garantizar la seguridad de la zona de desarrollo industrial mediante compañías de seguridad occidentales.

Cuarto, la República Dominicana podría aportar fondos y facilitar sus puertos para el embarque de las mercancías.

Dicha estrategia crearía riqueza en Haití, pues no necesitamos que trabajadores inmigrantes creen riqueza en nuestro país, pues su participación en el mercado laboral contribuye a erosionar los salarios de los más pobres, y produce una muy desigual distribución del ingreso. Además, el plan de crear empleos en Haití, deberá ser complementado con una política nacional de introducción de nuevas tecnologías en la producción. Siendo así, con el tiempo los salarios dominicanos subirán y la desigualdad social se reducirá. Esto es ganar, ganar.

 

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