Como si no hubiera bastado la grave crisis económica derivada de la pandemia que azota al mundo desde el año 2020, la invasión de Rusia a Ucrania en febrero pasado ha complicado todavía más el panorama internacional, provocando inflación, escasez de productos y materias primas, aumento de los precios de las materias primas, del petróleo, carbón, del gas, así como un serio problema para muchos países europeos que dependían del suministro del gas ruso para su generación eléctrica y abastecimiento de trigo y otros productos.

Aunque el gobierno ha buscado mitigar el gran impacto de esta crisis para la población manteniendo congelado el precio de los combustibles a pesar de que se ha sobrepasado incluso el límite de precio que había previamente anunciado como tope para mantener el subsidio, y mediante otros subsidios y medidas tendentes a reducir la inflación y ofertar productos a precios razonables a la población más necesitada, su magnitud y posible duración parecen hacer insostenible algunas de estas medidas que tienen un impacto muy grande sobre las finanzas públicas.

El impacto del aumento de los combustibles es tan fuerte que según ha anunciado la Casa Blanca el presidente de los Estados Unidos de América Joe Biden solicitará al Congreso suspender los impuestos a la gasolina, y ha llamado a los estados de dicho país a suspender el cobro de impuestos estatales, como de hecho algunos han estado haciendo como es el caso de Nueva York, al mismo tiempo que ha pedido al Congreso asegurarse de que esta suspensión de pago de los impuestos a la gasolina no tenga efectos negativos respecto del Fondo del Fideicomiso de Carreteras, utilizando otros fondos disponibles debido a la reducción que han conseguido del déficit.

Para nuestro país que no es productor de petróleo y otros carburantes, y que depende de la importación, el problema es mucho mayor, por el alto porcentaje de nuestros limitados ingresos tributarios que dependen de los combustibles, debido a que a los impuestos que ya existían sobre estos se sumó el ad-valorem de 16% sobre el precio de paridad de importación, creado mediante la Ley 557-05 de Reforma Tributaria para sustituir la comisión cambiaria del Banco Central, lo que afecta la ejecución de proyectos programados.

Lamentablemente desperdiciamos como país la oportunidad de discutir y consensuar un pacto fiscal como ordena la Ley 1-2012 de Estrategia Nacional de Desarrollo, lo que debió suceder a más tardar en el año 2015, y de realizar la reforma fiscal antes de que las circunstancias económicas mundiales cambiaran tan negativamente como ha sido el caso desde el año 2020, y aunque las presentes autoridades tenían programado realizarla lo cierto es que a la resistencia habitual de todos los sectores se sumaba el sombrío panorama, lo que hacía casi imposible seguir adelante con este propósito.

Frente a circunstancias tan retadoras el principal objetivo de todos debería ser coadyuvar para enfrentarlas tratando de mitigar lo más posible sus efectos sobre la población más necesitada, pero desgraciadamente el juego de intereses políticos hace que la inflación y la crisis económica mundial se conviertan en un instrumento de ataque de los opositores, lo que tiende a ahuyentar la racionalidad económica y a hacer que las autoridades por su parte busquen evitar como sea el costo político de una situación internacional que se erige como su peor enemigo.

Los ciudadanos debemos estar conscientes de que nada es gratis, y que lo que dejemos de pagar como consecuencia del aumento de los precios internacionales tendrá el costo de sacrificar otros proyectos, y que muchas demandas no podrán ser satisfechas, y ser capaces de comprenderlo. Más que nunca se requiere racionalidad en el gasto, transparencia en el uso de los recursos, responsabilidad en la toma de decisiones por parte de nuestras autoridades, pero también de sentido común por parte de los ciudadanos no solo para comprender la dimensión de la crisis y el sacrificio que esta exige, sino que el dispendio, corrupción e irresponsabilidad de postergar decisiones en los tiempos de vacas gordas, hacen aún más irremediables las consecuencias en los actuales de vacas flacas.

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