El encuentro que realiza este miércoles 14 el máximo liderazgo del país puede significar un punto de partida para derribar los escollos que se interponen entre el supremo interés nacional y las cuestiones políticas que se defienden desde una visión partidista.
Casi de manera natural la oposición ha apostado al fracaso de las políticas públicas aplicadas desde el Gobierno, en el entendido de que esa eventualidad generaría capital en términos electorales en el proceso comicial más próximo.
En eso no podemos hacer excepciones, pues toca la casualidad que el país ha estado dirigido en los últimos 30 años por los cuatro actores que se encuentran este miércoles, de modo que han sido —de manera alternada— gobierno y oposición.
Hace un tiempo escuché de uno de los protagonistas del importante encuentro que comentamos, el argumento de que a un opositor le resultaba complicado respaldar decisiones del Gobierno, pues, a su entender, el beneficio derivado de estas terminaría siendo utilizado como arma electoral, razón por la cual conseguir pactos era muy complejo.
A posiciones como la señalada se debe que no existan, en nuestra historia reciente, iniciativas de alcance duradero, a lo cual se puede atribuir la falta de soluciones a los problemas de mayor envergadura.
Sin embargo, dado que la reunión presidencial a solicitud del jefe del Estado no tiene como objetivo la consecución de la firma de ningún acuerdo, se pudiera apostar a algún resultado posterior mediante la presentación de ideas, particularmente de los exgobernantes Leonel Fernández y Danilo Medina, que son los opositores.
Sabemos que, en su caso, el exmandatario Hipólito Mejía ha avanzado que presentaría algunas ideas, para cuya aceptación el presidente Luis Abinader no tendría reparo, dado que son compañeros de partido.
El liderazgo de los partidos opositores también debería asumir el compromiso de presentar al Gobierno sus planteamientos, porque, en definitiva, a este corresponde implementar medidas, las cuales el presidente no tiene interés de instrumentalizar políticamente.
Lo que no pueden permitir los máximos líderes de este país es que, luego de concretar un episodio poco habitual, al final el encuentro no pase de un grato momento para una buena foto periodística.
Una reunión de este calibre —aunque en principio solo tenga carácter informativo— despierta muchas esperanzas sobre un abordaje efectivo del que, probablemente, es el principal problema nacional.