Las revueltas que han acontecido en Irán desde que desgraciadamente una joven de apenas 22 años, Mahsa Amini, murió luego de haber sido golpeada y apresada por la denominada “policía moral” por el simple hecho de que su “hiyab” o velo, según cuentan los testigos, no cubría suficientemente su cabello; aunque nadie sabe hasta cuándo durarán ni hasta dónde llegarán y si podrán hacer tambalear o sucumbir al régimen ultraconservador de ese país, sin lugar a dudas han marcado un hito importantísimo que significará un antes y un después.

A pesar de que han intentado frenar la amplitud de las manifestaciones que no han cesado desde aquel día, y que han segado la vida de más de un centenar de personas según algunas fuentes, cortando la conexión del internet, los videos y las imágenes que han dado la vuelta al mundo de mujeres arrancándose el velo o quemándolos no solo conmueven, inspiran y sorprenden, sino que son un testimonio de la determinación y la valentía con que las iraníes han salido no solo a reprobar tan abominable hecho, sino a clamar por su libertad, y por su derecho a decidir, a costa de sus vidas, su seguridad y la de sus familias.

Aunque esta revuelta ha sido una sorpresa, lo cierto es que había un descontento en la población persa que no solo carece de libertad, sino que está sumida en una pobreza, golpeada por una altísima tasa de inflación y de desempleo, por lo que toda la inconformidad acallada por la represión, ha emergido inspirada por el movimiento de protesta de las mujeres, y muchos se han decidido a respaldar su lucha, incluyendo hombres y mujeres ancianas, como si el golpe mortal contra Mahsa Amini hubiese servido para despertar esa sociedad del letargo en que la han sumergido luego de la revolución islámica que derrocó a Pahlevi, el último sah en 1979, y entronizó como líder supremo al ayatolá Jomeiní.

Las redes sociales son una ventana al mundo, no solo para las banalidades, sino también para mostrarnos que en otros territorios lo que muchos damos por descontado gracias a las luchas de nuestros antecesores, está prohibido, y que hay jóvenes, y hasta adolescentes iraníes que se han atrevido a desafiar la opresión en la que nacieron y han vivido siempre en su país, y muchas veces fuera de este, marchando y despojándose del velo que por mandato de una absurda ley de 1983 deben llevar de forma obligatoria, y exhibiendo su cabellera en videos, como el que se hizo viral de la joven Hadis Najafi, que se mostró atándose el cabello suelto, lo que para buena parte del mundo sería algo ordinario, y por lo cual ella cayó abatida a tiros simplemente por querer tener el derecho de vestirse y vivir como quería.

El poder de la información y el derribo de las fronteras que ha significado el uso de la red internet y los medios sociales supera el control que quiere imponer el régimen ultraconservador iraní, y un mensaje importante que debe extraerse es que no se trata solamente de una cuestión religiosa, sino de una lucha de las mujeres por la vida y la libertad, así como de una protesta de orden político contra un régimen autoritario que ha instrumentalizado el uso obligatorio del velo como forma de dominación de las mujeres, lo que ha provocado que en algunos países occidentales se reavive el debate sobre si el uso del velo islámico es un asunto estrictamente de libre decisión individual, que debe ser respetado, o si es un instrumento de dominación que no debe ser tolerado.

Las sorprendentes imágenes de los jugadores de la selección de fútbol de Irán, que decidieron tapar los símbolos de su país para protestar contra la represión de las mujeres, permaneciendo cubiertos con una chaqueta negra mientras se interpretaban los himnos en un partido contra Senegal, a riesgo de ser sancionados y expulsados, demuestra que la indignación no es solo de las mujeres persas, sino de todos los que creen en la libertad y en la igualdad de derechos, a pesar de que al mismo tiempo el presidente iraní, Ebrahim Raisi, pronunciaba su discurso ante la asamblea de la ONU, calificando de “inaceptables” las protestas, aunque admitiendo que la gente no debería tener miedo. Y eso es precisamente lo que tiene que asimilar el régimen opresor y sexista que ha dominado Irán, que hay una parte de la población que ya no les teme, porque ha decidido vivir sin miedo, aunque les cueste la vida.

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