Justo cuando la última encuesta Gallup-Hoy consigna que la aprobación de la gestión del presidente Luis Abinader ronda el 70%, un incremento de unos 20 puntos porcentuales por encima del 52% que obtuvo en las elecciones de julio, el amigo Dorín Cabrera publica un artículo proclamando que la política nacional de comunicaciones del cambio es su asignatura pendiente.

Aunque en cualquier forma de constatación de la opinión ciudadana, la favorabilidad de Luis es altísima, a no pocos llamó atención la afirmación de Dorín.

Lo que el ex zar de la publicidad está entreverando es que el apoyo a Luis podría ser mejor con mayor o mejor política de Comunicaciones, a su entender.

Si siguiéramos la línea de razonamiento de ese poeta de la mercadología, la favorabilidad del presidente podría estar andando cerca del 100%, lo cual conlleva a considerar que en cosa de liderazgo político no queda para más nadie.

En realidad pienso que los resultados Gallup-Hoy podrían no estar dándole la razón a Dorín sino abriendo la posibilidad de que para medir el fortísimo apoyo ciudadano al Presidente debería considerarse que su nivel de favorabilidad pudiera ser aún mayor, ponderando otro factor hasta ahora no considerado.

Me refiero no sólo al casi 70% que aprueba su gestión sino además a otro alrededor de 20% que podría atribuírsele a la recuperación de la confianza y la fe en el país lograda en sus primeros tres meses de gestión, cuando encontró el país en graves niveles de parálisis, desconsuelo y desesperanza.

Es decir, que en la falta de respuesta en que cayó el país en los últimos meses de gobierno del PLD el piso que encontró Luis no fue de 0 sino de menos 20 (-20), por lo que no resulta descabellada la idea de Dorín de que a los cerca de 20 puntos porcentuales de apoyo alcanzados por el gobernante habría que sumarle el respaldo intangible que anotamos.

Eso puede deberse a que ya siendo candidato presidencial, desde marzo, Luis Abinader empezó a interpretar la aspiración fundamental del pueblo de que todos nos uniéramos alrededor de los grandes propósitos de superar el Coronavirus, procurar la reactivación económica y de los empleos, y concertar las bases sobre las que podíamos pasar por los procesos electorales municipales, congresuales y presidenciales sin que el país registrara una fractura que no pudiéramos superar.

Ahí está el punto en el que, de otra forma veo yo la idea de Dorín sobre la fortaleza de la popularidad del presidente que sólo está calentando el brazo.

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